Los incendios son noticia desde hace ya varios meses en Argentina. Organizaciones ambientales y feministas denuncian el ecocidio de uno de los territorios con mayor biodiversidad del país.
Imágenes del horizonte ardiendo en el Delta del Paraná se multiplicaron en las redes y en las noticias, y la nube densa de humo ha dejado un tendal de migrañas, problemas respiratorios, conjuntivitis y hasta problemas cardíacos en los y las vecinas. Según el sitio IQ Air, que analiza el estado del aire en el planeta, el pasado 2 de agosto Rosario (provincia de Santa Fe) era la ciudad con el peor aire del mundo, marcada en la categoría “dañino para la salud”. De acuerdo a una escala que va de 150 a 200 puntos de polución, Rosario midió 170.
“Nuestros humedales son de marea, de crecidas y de bajantes. Cuando nuestro río crece se inunda todo, y crece enormemente el pasto de la isla, los pajonales, los cañaverales. Cuando el río bajaba, lo que se hacía habitualmente era quemar esa biomasa, porque debajo viene el pasto tierno para las vacas. Es una costumbre de los ganaderos desde hace cientos de años”, explica Ana Fiol, integrante de Orilleras (organización feminista hija de la marea verde del 2015) y Taller Flotante (plataforma de proyectos relacionados al territorio, islas y costa de la cuenca sur del Plata – Paraná, “un espacio de producción, investigación y experimentación extra disciplinar y autogestivo”). Ambas organizaciones son de Victoria, una pequeña ciudad ubicada al suroeste de la provincia de Entre Ríos, que limita con una red de arroyos.
La explicación que acusaba a los ganaderos de ser responsables de los incendios ya quedó vieja: “Ahora ya nadie piensa que son los ganaderos, ahora lo que pensamos es que no sabemos qué intereses reales, qué puja, qué negocios, qué pelea oscura, completamente opaca a la ciudadanía, hay detrás de estas quemas que obviamente son intencionales”, observa Ana, y agrega que hoy en día “la naturaleza conspira” porque “como ya no hay cortafuegos naturales, debido a que se han modificado extensamente los cursos de lagunas y ríos, entonces ya nada los frena”. Así, por más que se actúa desde el gobierno para apagar los incendios, es gastar recursos en vano. “Una vez que los fuegos se encienden, son imposibles de apagar”, dice. Desde febrero hubo 8.000 focos de incendio y se quemaron 90.000 hectáreas en la región del Delta del Paraná.
Ana detalla que ha habido distintas transformaciones, desde los años ‘70 hasta la actualidad, en el modelo económico extractivo. El puente Rosario – Victoria que corta el río por la mitad o la hidrovía Paraná – Paraguay (propiedad IIRSA) son dos ejemplos de obras que atravesaron el territorio como si estuviera vacío, “como tajos de la economía extractiva”. A estas obras, que modificaron profundamente el ecosistema, se suman otros intereses.
El caso de la empresa ganadera Carolina S.A. sirve de ejemplo de cómo el negocio inmobiliario es parte del problema, ya que recientemente solicitó autorización para lotear 40 hectáreas en al menos 60 parcelas de 3.000 metros cuadrados. Por otro lado, el imperio de la soja sigue extendiendo sus límites y en la provincia de Entre Ríos las áreas cultivadas crecieron 300% en los últimos años, lo que expulsó a las vacas hacia las islas a las que ahora llegan al cruzar el puente.
El 87% de los humedales del mundo ha desaparecido. En Argentina, casi el 21% del territorio es de este tipo de ecosistemas, que capturan más carbono, mitigan inundaciones y estabilizan costas. Una Ley que los proteja se hace cada día más urgente.
A comienzos de este mes, la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano, que preside el diputado Leonardo Grosso, empezó el debate sobre una ley de presupuestos mínimos para la protección de humedales, con la intención de lograr una ley nacional que surja del consenso con las organizaciones civiles y los especialistas, para garantizar protección, restauración ecológica y uso racional y sostenible de los humedales. Hay seis proyectos en discusión y, pese a las particularidades, todos coinciden en la necesidad de establecer presupuestos para su conservación y en crear un inventario nacional de los humedales que existen en todo el país.
Mapeos y acción ecofeminista
Desde Taller Flotante y Orilleras hace años que trabajan en esos territorios, recorriendo el Delta, desde Diamante hasta El Tigre, conversando con compañeras, con mujeres productoras, con organizaciones de mujeres o mixtas que están en el río. Ana cuenta que empezaron recogiendo las historias de vida de las mujeres con las que se encontraban, con la intención de armar una red de mujeres del Delta. Un día, al pasar en limpio los relatos, “nos dimos cuenta de que en la historia de vida de las mujeres de las islas está escrita la historia de la expoliación de la tierra, la historia de arrasamiento de las poblaciones, la historia del ‘desarrollo’ de las mujeres que se tienen que ir de la isla con su familia hacia los barrios pobres de ciudades como Victoria, Rosario, Diamante o de la provincia de Buenos Aires”.
Cuando en febrero empezaron las quemas, Ana recuerda que decidieron “parar la pelota” y avanzar en el desarrollo y creación de mapas conceptuales, que dan cuenta de un proceso colectivo de comprensión, y que muestran la historia de las políticas extractivas, la estructura de esas políticas y sus transformaciones y cómo llegamos al terrible presente de humo y llamas.
Y en ese proceso de mapear, de manera colectiva, fue que descubrieron que la violencia contra la tierra y la violencia contra las mujeres “tienen la misma lógica. Lo que nosotras advertimos es que hay una historia de dominación, para las mujeres y para las tierras, una estructura de expoliación, del patriarcado, del capitalismo extractivo. Después hay un maldito que va y prende la mecha, o hay un maldito que va y te mata”.
En una nota publicada por Página 12 titulada “Feministas contra el saqueo”, las integrantes de Orilleras y Río Feminista (un espacio de articulación de las mujeres del humedal, con mujeres del Movimiento de Mujeres por el buen vivir, con las mujeres de la defensa de la pacha por la soberanía alimentaria, con redes de mujeres de la economía popular) señalan con precisión que “la quema es el emergente, es la consecuencia de no tener una mirada feminista antipatriarcal del río”. En el hacer cotidiano llegaron al ecofeminismo y construyeron una práctica, la de generar lazos y ver al humedal desde una mirada en la que convergen la tierra y las historias de vida de las propias pobladoras.
Un mapa y cientos de focos de incendio
El mapa satelital del sistema de información sobre incendios de la NASA devuelve la imagen de un país marcado con cientos de focos, no solo en Argentina (Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y provincia de Buenos Aires) sino en toda la región.
Al cierre de esta nota, la provincia de Córdoba también sufre grandes e imparables incendios forestales que nadie duda en calificar de intencionales. Estos incendios, que se multiplican en las sierras, son parte del entramado de expansión del «desarrollismo» inmobiliario en la provincia, que sigue construyendo barrios cerrados, con la connivencia del gobierno y a costa de la desaparición de los bosques nativos y la biodiversidad.