En el marco de la 66ª Reunión de la Mesa Directiva de la Conferencia Regional sobre la
Mujer de América Latina y el Caribe, nosotras, redes y movimientos feministas de América
Latina y el Caribe saludamos 30 años de lucha transcurridos desde la IV Conferencia sobre la
Mujer y la Plataforma de Acción de Beijing. Festejamos los avances conseguidos y queremos
también, no solo redoblar la exigencia del cumplimiento de todos los compromisos asumidos en
1995 sino ir más allá, para lograr acuerdos y avances concretos en áreas y temas donde
todavía los derechos de millones de mujeres y niñas no pueden ser disfrutados.
Las formas de producción capitalista y el consumo desmedido están agotando la tierra, el
ecosistema y el mundo en que vivimos. Somos conscientes del contexto global marcado por la
crisis del multilateralismo, del imparable poder de las corporaciones, de las campañas
fundamentalistas en contra del género, de las organizaciones y de los espacios cívicos.
Estamos alertas por el debilitamiento de las democracias, la agudización de los conflictos
armados y del crimen organizado, de las guerras y genocidios en el Oriente Medio y en el
medio de Europa. Estamos atónitas por las bombas explotando en hospitales y escuelas, y en
el medio de las casas de cualquier lugar de la tierra. Por eso reafirmamos la inaplazable
urgencia de defender los derechos humanos a cabalidad y construir un mundo más justo e
inclusivo. Un mundo feminista, como el que soñamos y apenas esbozamos en la conferencia
en Beijing.
Desde este septiembre y durante el próximo año, en la conmemoración de los 30 años de
Beijing en la Asamblea General de las Naciones Unidas esperamos que ustedes, ministras y
directoras de los mecanismos de género de nuestra región, sean defensoras de las demandas
de las organizaciones y redes de mujeres y feministas y que los gobiernos que representan,
reciban este mensaje:
- Demandamos de ellos acciones concretas para fortalecer los sistemas democráticos y combatir el autoritarismo.
Se debe garantizar la participación igualitaria de las mujeres y toda la ciudadanía en los procesos de toma de decisiones, ampliando y respetando el espacio cívico habilitante de las organizaciones y movimientos sociales. - Exigimos que los Estados cumplan con las metas pendientes y avancen hacia nuevos marcos que garanticen el pleno ejercicio de los derechos de las mujeres y niñas, con perspectiva de interseccionalidad.
Estados que defiendan con hechos y recursos la igualdad de género como un bien de la humanidad, y se comprometan a erradicar la violencia contra las mujeres, niñas y adolescentes, y población en condición de vulnerabilidad. - Reclamamos el fortalecimiento de los espacios multilaterales para garantizar que los derechos humanos sean defendidos frente a intereses corporativos y retrocesos autoritarios.
- Exigimos mecanismos que limiten el poder de las empresas transnacionales sobre los territorios, las políticas públicas y las condiciones laborales.
- Exigimos garantizar el acceso a servicios de salud, incluida la salud sexual y reproductiva.
Es imperativo abandonar el uso del derecho penal para regular el aborto y garantizar la libertad reproductiva de las mujeres y personas con capacidad de gestar. - Demandamos sistemas de cuidado universales que reconozcan, reduzcan y redistribuyan el trabajo no remunerado, garantizando la autonomía económica de las mujeres y generando los cambios culturales necesarios para transitar hacia sociedades del cuidado.
- Reafirmamos el derecho a la autodeterminación, la justicia racial y el acceso a derechos básicos como la tierra, la salud y la educación, para todas las personas.
- Demandamos que los Estados adopten políticas fiscales y presupuestarias con perspectiva de género, garantizando la asignación de recursos suficientes y efectivos para cerrar las brechas de desigualdad y atender las necesidades específicas de mujeres, niñas y personas en situación de vulnerabilidad.
A 30 años de la histórica IV Conferencia Mundial de la Mujer nos posicionamos una vez más frente a los desafíos globales y regionales, alzando nuestra voz colectiva para demandar al Sistema de Naciones Unidas y a sus agencias, redoblar el compromiso, ser más creativas y efectivas. Y exigimos fundamentalmente a los Estados el cumplimiento de los compromisos asumidos, y las transformaciones capaces de construir un horizonte donde la democracia, la justicia, la igualdad y los derechos humanos, sean realidades concretas.
Nuestras luchas no son solo necesarias, sino fundamentales. Seguiremos tejiendo redes, impulsando cambios y construyendo futuros feministas, porque sabemos que un mundo mejor no solo es posible: es imprescindible e impostergable.