El 8 de marzo se realizaron diversas jornadas de resistencia feminista en muchos países del mundo. En Perú, una de las acciones participativas fue el Paro Internacional de Mujeres, acatado por segundo año consecutivo como protesta colectiva contra la violencia y la desigualdad. También marchamos en diversas regiones bajo la consigna #TodasXJusticia, en rechazo a la corrupción y la impunidad que tienen a nuestro país bajo una crisis política que relega -aún más- la agenda de las mujeres.
¿Quiénes pararon y marcharon?
Mujeres diversas que luchan contra la discriminación por su identidad de género, su orientación sexual, su origen étnico, su discapacidad y su condición económica, social y laboral, se hicieron presentes en 7 asambleas abiertas para discutir las demandas de cara al 8 de marzo. Bajo el lema «Si nuestras vidas no valen: ¡produzcan sin nosotras!», las peruanas paramos porque estamos hartas de vivir en un país de violadores donde la justicia no está de nuestro lado y donde los feminicidios están a la orden del día en todo el territorio.
Gremios como la Asociación Nacional de Periodistas (ANP); la Federación Nacional de Mujeres Campesinas, Artesanas, Indígenas, Nativas y Asalariadas del Perú (FENMUCARINAP); la Federación de Trabajadoras y Trabajadores del Perú (Fenttrahop); el Movimiento Manuela Ramos, Demus-Estudio para la Defensa de los Derechos de la Mujer; la Red de Mujeres Trabajadoras Sexuales (REDTraSex); espacios feministas barriales; mujeres independientes y diversas acordaron invitar a un paro de una hora que les permitiera a todas las mujeres participar del cese de labores sin el riesgo de verse perjudicadas en sus centros de trabajo. De 12.00 a 13.00 horas las peruanas pararon y, quienes no pudieron hacerlo, pararon de manera simbólica usando una prenda morada o colocando una escoba al revés en la puerta principal de sus casas.
Las mujeres con discapacidad, viviendo con VIH, lesbianas, bisexuales y transexuales marcharon para exigir el acceso a la justicia frente a situaciones de discriminación y violencia. Las defensoras de los cuerpos y territorios marcharon demandando atención y protección frente a la violencia de género en los conflictos ecoterritoriales. Las mujeres afroperuanas, andinas y amazónicas, así como las trabajadoras del hogar, trabajadoras sindicalizadas y en situación informal, exigieron trabajo digno y sueldos justos, que les permitan revertir las desigualdades que las afectan.
En la banderola frontal de la marcha estuvieron: Victoria Vigo, víctima de esterilizaciones forzadas; Raida Cóndor, madre de víctima de la matanza de La Cantuta; Rosa Rojas, madre de infante víctima de matanza de Barrios Altos; Rosario Aybar, madre de Solsiret Rodríguez, mujer desaparecida desde agosto del 2016; Norma Rivera, madre de Shirley Villanueva, mujer desaparecida desde marzo del 2017; y Arlette Contreras, sobreviviente de intento de feminicidio y violación sexual cuyo caso emblemático sigue sin alcanzar justicia por la corrupción del Poder Judicial.
Espacios conformados por mujeres diversas participaron para demandar a todos los poderes del Estado y la ciudadanía que afronten esta situación desterrando el patriarcado, el machismo, la discriminación, el racismo, la impunidad y la corrupción.
¿Por qué paramos y marchamos?
Marchamos y paramos porque estamos hartas de la violencia que vivimos en nuestras casas, en las calles, en nuestros centros de estudios o de trabajo. Marchamos porque a las mujeres rurales y urbanas nos están agrediendo, violando y matando frente a los ojos de una sociedad machista y un Estado indiferente.
Las niñas y mujeres peruanas siguen siendo relegadas a menores o nulas posibilidades de desarrollo en el ámbito educativo, económico y laboral con respecto a los hombres. Estas brechas de género se amplían aún más en las mujeres que viven en zonas rurales: de cada 100 mujeres de la Selva, 39 dependen económicamente de un hombre; le siguen las de la Sierra, con 36 de cada 100, y las de la Costa, con 28 de cada 100.
Gracias al trabajo doméstico no remunerado, las familias peruanas se sostienen económicamente. Por ello, exigimos reconocimiento y valoración social y económica del trabajo reproductivo y de cuidados. A su vez, demandamos la ratificación del Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo, por salarios justos, trabajos dignos e igualdad de derechos laborales.
Exigimos la declaratoria de alerta roja ante la grave situación de violencia y de desigualdad de género. Demandamos el cumplimiento de Ley 30364 para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, así como la creación de un Presupuesto Público dedicado a esta grave problemática nacional.
Las peruanas somos revictimizadas diariamente por las autoridades, que no ejercen la labor de protección y búsqueda de justicia para quienes hemos sufrido violencia. Exigimos la implementación del Plan Nacional contra la violencia de género y el fortalecimiento del sistema de justicia para la sanción efectiva a los agresores y la imprescriptibilidad de los delitos sexuales.
Las mujeres expresamos nuestro rechazo al indulto ilegal al ex dictador Alberto Fujimori y exigimos la justicia y reparación inmediata a las más de 200 mil mujeres esterilizadas durante su gobierno, así como a los familiares de las víctimas asesinadas por grupos paramilitares y fuerzas armadas.
Demandamos que las autoridades mejoren sus procesos de búsqueda de mujeres desaparecidas y fortalezcan las medidas que luchan contra la explotación sexual y la trata de mujeres, niñas, niños y adolescentes.
En total rechazo al sistema capitalista heteropatriarcal representado en la élite empresarial, se realizó una intervención sorpresa en la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas, para luego protestar contra las brechas laborales y salariales frente al Ministerio de Trabajo. Ahí nos encontramos amas de casa, trabajadoras del hogar, mujeres de campo, periodistas, trabajadoras sexuales, mujeres cisgénero y transgénero, de diferentes etnias y orientaciones sexuales. Diversas, sí, pero juntas y unidas por un mismo objetivo: la lucha contra las profundas injusticias y precariedades que genera el sistema económico en nuestro país.
El Paro es un movimiento que busca liberar y empoderar a las mujeres de todo el mundo para erradicar la misoginia, la discriminación, el racismo, el maltrato, la lgtbifobia, la violencia en todas sus formas y la desigualdad. Nosotras movemos el mundo y seguiremos parándolo hasta que las cosas cambien.