Este 8 de marzo, las feministas paraguayas vivimos sorpresas, alegrías y lutos. La marcha en el marco del Paro Internacional de Mujeres demostró, por segundo año consecutivo, una gran convocatoria autogestionada, con una agenda rica en diversidad y creatividad colectiva. Nuestras voces y miradas van teniendo cada vez más fuerza de interpelación social, lo que también ha despertado la intolerancia fundamentalista de los sectores que defienden sus privilegios y el statu quo.
La sorpresa: Ley de Paridad Democrática aprobada en el Senado
Empezamos la mañana del 8 de marzo con el tratamiento de la ley de Paridad Democrática en el Senado de la Nación. Mujeres de todos los partidos políticos han trabajado juntas en un grupo impulsor de la paridad democrática desde hace casi 4 años. El 8 de marzo del 2016 presentaron el proyecto de ley que, luego de intensas campañas y lobby, el 8 de marzo de 2018 tuvo 32 votos a favor de un total de 45 senadores/as.
La alegría: Una marcha popular y festiva
La marcha de este año tuvo la capacidad de incluir una riquísima variedad de expresiones artísticas y simbólicas que representaron la transformación cultural y ruptura con el sistema heteropatriarcal.
Las campesinas, con sombreros “piri”, reivindicaron el cuidado, la defensa de la tierra y la semilla, así como el fin de la criminalización de las luchas. Las indígenas exigieron el fin del desarraigo, el abuso y la explotación de sus territorios ancestrales, así como el respeto a sus saberes y capacidades. Las empleadas domésticas marcharon con escobas, delantales y tendederos, denunciando la discriminación de la ley que sólo les reconoce el 60% del salario mínimo legal. Las lesbianas pusieron el ritmo a la marcha con la “tatukada”, denunciando las discriminaciones y violencias en clave de percusión. Estudiantes, sindicalistas, gays, trans, trabajadoras sexuales, artistas, periodistas, abuelas, amas de casa y tantos otros grupos sociales buscaron sus formas expresivas y creativas para visibilizar lo que urge cambiar.
También marcharon las compañeras que ya no están. La Coordinadora de Mujeres del Paraguay portó en sus manos los rostros de quienes hicieron historia y dieron los primeros pasos del feminismo paraguayo.
Por su parte, el colectivo Mujeres Libres de Violencia marchó con embarazadas, reclamando partos humanizados.
La trayectoria de la marcha pasó por el Ministerio Público – Fiscalía, donde se realizaron actos alegóricos a la injusticia. También en el Museo de las Memorias, ex centro de torturas de la dictadura, se realizaron diversas acciones para recordar lo que significó para las mujeres este sistema de gobierno y la cultura política autoritaria aún vigente.
Las grafiteras dieron voz a todas las paredes por donde pasamos y dos chicas repartieron mariposas libres de violencia a las mujeres que observaban la marcha desde afuera, buscando incluirlas con el mensaje bilingüe guaraní – español: “no estamos solas”.
La marcha culminó con un gran evento cultural en la Plaza de la Democracia, donde quedamos maravilladas con abuelitas de hasta 100 años bailando galoperas, performance de mujeres arañas poderosas corriendo colgadas en alturas y otras saliendo de los tambores de la opresión, videos y música de varios géneros.
La tristeza: Un nuevo asesinato en la lucha por la tierra
Mientras en Asunción bailábamos y celebrábamos, en Puente Kyha un grupo de mujeres campesinas eran atropelladas, violentadas y desalojadas de un lote que ocupaban por considerarlo estatal y sujeto a la reforma agraria. Al día siguiente, la presidenta de la comisión, María Segovia, responsabilizó al intendente municipal de tener intereses creados en la tierra, ya que su familia se apropió de ellas y la alquilan a sojeros. La suegra del intendente le dijo que “se cuide”.
24 horas después, dos sicarios en una motocicleta mataron a balazos a la prima de María Segovia. Su nombre es María Esther Riveros y se suma a la lista de más de 11 feminicidios en lo que va del año en Paraguay.