Perú mantiene un tenso debate sobre la implementación del enfoque de género en la currícula escolar desde noviembre del 2016, a partir del lanzamiento de la campaña #ConMisHijosNoTeMetas.
Esta implementación busca -desde la educación- erradicar las brechas de género que afectan a niñas y niños y eliminar los estereotipos que no les permiten crecer en igualdad de derechos y oportunidades.
Para los fundamentalistas, la manera de golpear a la educación con enfoque de género ha sido usando el concepto de “ideología de género”, con el que rechazan cualquier ápice de igualdad, tolerancia, aceptación e información. Bajo la consigna “defendamos a la familia”, los fundamentalistas se posicionan en contra de la igualdad de género, los derechos de la comunidad LGTBI, la educación sexual integral, el uso del anticonceptivo oral de emergencia y el aborto.
Los Fundamentalismos
El sábado 17 de marzo se realizó en Lima el taller “Los Fundamentalismos”, organizado por la Articulación Feminista Marcosur en alianza con DIAKONIA.
La antropóloga e investigadora feminista Angélica Motta realizó un análisis sobre las expresiones fundamentalistas y presentó las estrategias de comunicación que utilizan para seguir deslegitimizando la igualdad y el enfoque de género. Según Motta, los grupos fundamentalistas naturalizan la desigualdad con discursos seudo-científicos que rechazan la homosexualidad como característica humana natural. En diversos escritos, personajes fundamentalistas utilizan términos como “imposición”, “destrucción de la familia”, “estrategia de dominación” y “estatismo, totalitarismo y pornomarxismo”. Los hijos son colocados como propiedad privada y lo personal deja de ser político, lo que privatiza la sexualidad y el género. Esta instrumentalización del miedo ha logrado calar en el pensamiento masivo de la sociedad peruana.
Por su parte, la artivista Micaela Távara planteó que el artivismo es una pieza fundamental para luchar contra los fundamentalismos. Los nuevos lenguajes desde la performance, las artes plásticas, la música y todas las expresiones de arte sirven para visibilizar lo que existe y no se quiere nombrar. El artivismo, dijo, es una herramienta subversiva que entra sin pedir permiso, interrumpiendo el espacio público para remover conciencias. Los fundamentalistas se han apropiado de términos y símbolos que usa el feminismo, como “movimiento”, “movilización”, “resistencia”, entre otros. Estamos ante una disputa de espacios, de culturas y lenguajes para llegar a la sociedad.
Távara terminó su participación invitando a generar un nuevo movimiento artivista de derechos humanos, con heridas y con diferencias, que sirva para hacer puentes de conexión y para generar emociones y pensamientos críticos en la sociedad.