Campañas

Frente a la Ley de Interrupción voluntaria del embarazo en Uruguay

En el año 1988 lanzamos desde Cotidiano Mujer una campaña por la legalización del aborto y éramos entonces apenas un puñado de feministas. A pesar de ello sentíamos que en nuestras voces públicas se expresaban las experiencias e historias de miles de mujeres uruguayas que a pesar de la prohibición abortaban cada año y la de otras miles que ayudaban y acompañaban, solidarias y cómplices.

A más de 20 años de aquel “Yo aborto, tú abortas: todos callamos”, el 17 de octubre el Senado le dio aprobación a un proyecto que habilita la práctica del aborto en el sistema de salud en los casos en que las mujeres expongan frente a un equipo interdisciplinario las causas de su decisión. El artículo 3 establece que “la mujer deberá acudir a consulta médica ante la institución del Sistema Nacional Integrado de Salud a efectos de poner en conocimiento del médico las circunstancias derivadas de las condiciones en que ha sobrevenido la concepción, situación de penuria económica, sociales o familiares o etarias que a su criterio le impiden continuar con el embarazo en curso”.

Sin entrar a profundizar en lo que simboliza para un país laico en pleno gobierno progresista, la referencia a la «concepción», en la vida real de las mujeres reales, hablar con un equipo de tres personas sobre la decisión de interrumpir un embarazo significa someter su privacidad y raciocinio a profesionales que tienen en su cometido “informar a la mujer de las características y riesgos de la interrupción del embarazo y de las alternativas al aborto incluyendo los programas disponibles de apoyo social y económico y las posibilidades de dar a su hijo en adopción”.

Pese a eso, si se considera el contexto de criminalización que en América Latina y el Caribe condena a la clandestinidad a millones de mujeres en el momento de decidir sobre su cuerpo, esta ley es un avance.

Esperamos que su reglamentación e instrumentación llegue a cada una, incluso a aquellas que viven en los lugares más recónditos de Uruguay.

Pero aquí no terminamos la pelea. Seguiremos luchando para que se garantice plenamente el derecho de todas las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo.