Compartimos declaración de La Morada, organización integrante de la Articulación Feminista Marcosur (AFM) en Chile.
Declaración pública
El día 18 de octubre de 2019 marcó un quiebre en la continuidad de nuestras rutinas, en el país y en la casa. Un acto de rebeldía, rotulado como delincuencia, despierta a una ciudadanía desconocida hasta entonces y hoy impredecible: ¿Cuántos Chiles hay en Chile?
La protesta ciudadana viene a dar voz a un malestar invisibilizado que no había logrado tomar forma en décadas. Hoy la calle grita: no son 30 pesos, son 30 años.
En ese grito no es sólo el número lo que importa, aunque refleja la realidad actual, pues se trata de una desigualdad naturalizada: el 1% concentra más del 35% de los ingresos del país; l@s jóvenes deben endeudarse por décadas para estudiar en la universidad; las instituciones llamadas previsionales se apropian del ahorro del trabajo, arrasando con eso la posibilidad incluso de devolverle al trabajo lo que su dignidad significa. Más que dignidad, su resultado es deuda, la que en los hogares alcanza al 73% de los ingresos, mientras el gasto en transporte alcanza el 14% del sueldo mínimo. En 2019, la pensión promedio es equivalente a un sueldo mínimo para los hombres ($320.000) y aún menos en el caso de las mujeres, cuyo promedio llega apenas a los $129.000 (un 40% del promedio total de los hombres) -diferencia que se profundiza exponencialmente en las múltiples desigualdades entre hombres y mujeres en distintos ámbitos de la vida social.
Pero no es sólo el número lo que importa. Son también los cuerpos que importan. Durante 30 años, los cuerpos se han sometido al orden silencioso de un modelo criminal y patriarcal instalado por la dictadura: el neoliberalismo salvaje, del que Chile ha sido exponente ejemplar, fracturó los lazos de convivencia, cohesión y solidaridad tejidos a lo largo de la historia. La vida se hizo sobrevivencia y la sobrevivencia se hizo una rutina y una cuestión individual. Fracturó las confianzas, e hizo de la desconfianza regla.
La precarización de las condiciones laborales; el abuso del poder y de los privilegios; la privatización de los recursos naturales; la generación de “zonas de sacrificio” por razones que derivan de un modelo productivo que abusa de los recursos limitados para el enriquecimiento de unos pocos; la apropiación ilegal de territorios públicos; la segregación territorial y la destrucción de los barrios; la impunidad ante los crímenes de estado; todas y cada una de estas violencias ha herido gravemente los cuerpos y ha configurado la experiencia de la desigualdad, habitualmente vivida entre malestar y sumisión. El malestar se volvió síntoma y colapsó las instituciones de salud, los discursos culturales, los programas sociales, las políticas públicas, los subsidios y las múltiples expresiones de un sistema que se ha sostenido en el clientelismo para la neutralización de la acción política.
No es sólo el número lo que importa, pero nos cuenta: hemos alcanzado los más altos índices de depresión, de maltrato infantil, de violencia por razones género, de consumo de alcohol y drogas. Fragilidad emocional que -imprevisiblemente- estalla los vínculos, abriéndole también la puerta a la muerte imprevista: en los últimos 20 años, Chile es el segundo país con la mayor tasa de aumento de suicidios consumados (aumentando en un 90% respecto a las décadas anteriores). Sólo en la población de jóvenes y adolescentes, en 9 años, la tasa de mortalidad por suicidio en Chile se incrementó en un 215%.
No estamos en guerra. Pero si alguna guerra existiera, sería aquella que es necesario librar contra la sobrevivencia que esclavizó la libertad, y contra la precariedad de la vida que intentan vivir los cuerpos en el barrio, en la calle, en las ventanillas de entrega de servicios públicos, en los trayectos. Es esa guerra la que nos condujo al punto en el que la vida se hizo insoportable.
Hombres, mujeres y personas de todos los géneros; jóvenes, estudiantes, trabajadores/as; personas mayores, personas en situación de discapacidad; en la capital, en regiones, en la ciudad y en el campo, en los territorios obliterados por el modelo; en los bordes, pero también en algunas comunas de un barrio que desde lo alto ha mirado hacia abajo; tod@s se toman las calles desde hace casi una semana, resistiendo al estado de excepción, a ese Estado que niega los derechos fundamentales que cimentan toda sociedad democrática.
Hoy, por primera vez en 30 años, somos capaces de volver a imaginar el derecho a la igualdad, el derecho a la dignidad, el derecho a la participación, y el derecho a vivir en paz. Chile despierta, y eso es lo que la voz de la calle viene a presentar, imposible de silenciar: “no son 30 pesos, son 30 años”. Ese es el punto de quiebre que queremos marcar: hoy se abre la posibilidad de un nuevo pacto social.
La Morada, lugar feminista que hace más de 30 años ocupó las calles exigiendo democracia, en el país y en la casa, hoy se hace parte de esta voz colectiva: queremos un nuevo pacto social fundado, desde su origen, en la igualdad, la participación, la solidaridad y la libertad; en el respeto a la pluralidad de proyectos de vida; en un sistema económico compatible con la sostenibilidad de los recursos naturales y de la vida humana; en la erradicación de todas las formas de la violencia de género; en la construcción de una cultura solidaria.
Por esto, exigimos -con persistencia-, en el corto plazo:
1. Desmilitarización del país;
2. Fin inmediato al Estado de emergencia y a la suspensión de las libertades;
3. Asunción de la responsabilidad política de las autoridades;
4. Asunción de la responsabilidad penal por los crímenes y casos de vulneración de derechos;
5. Llamado a la conformación de una Asamblea Constituyente, popular, representativa y paritaria.
Convocamos a las feministas, a las organizaciones sociales y de mujeres, a trabajar en la articulación solidaria, promoviendo acuerdos que nos permitan avanzar en una agenda a corto y mediano plazo para enfrentar la emergencia política, la crisis institucional, y el debilitamiento de la democracia, pero también para dialogar sobre el nuevo país que queremos.
Corporación La Morada.
Santiago de Chile, 23 de Octubre de 2019
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