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Cuerpos Políticos: Nuevas Luchas Emancipatorias que Promueven una Democracia Radical

Diálogos Feministas 4to Foro Social Mundial – Una democracia radical debe enfocar la democratización, no solo la de la política sino también la de la misma vida social. En los últimos años emergieron o re-emergieron «cuerpos políticos» que introdujeron en la agenda política sujetos que nunca antes habían estado presentes, o que tal vez nunca habían sido presentados tan radicalmente como ahora.

La diversidad de estos temas junto a la diversidad de la estructura de las organizaciones políticas mismas, nos lleva a considerar que el objeto actual de la democratización es la vida social como un todo. Con respecto al ámbito político esa demo-cratización se ubica en diferentes niveles y su mayor demanda es el reconocimiento de estos varios elementos emergentes y de los temas que defienden. Tal reconocimiento está unido directamente con una ruptura con la tradición conservadora cuyo enfoque político le otorga gran importancia a las diferentes maneras de la participación y no reconoce los muchos conflictos y las contradicciones sociales existentes dentro de la sociedad.

La inclusión de los mencionados cuerpos políticos tiene lugar en un ámbito público todavía lleno de inequidades. En su dimensión de Estado, así como en otros niveles donde también se desarrollan conflictos políticos, el área pública está todavía constituida como un espacio social en el cual el género, las castas, la raza, la edad y la represión sexual, etc, están presentes. La diversidad de los cuerpos políticos formando parte del contexto democrático actual, revela la opresión y el abuso de poder naturalizados en la estructura social. Por lo tanto, es importante percibir -dentro del movimiento dialéctico-de qué modo la democracia empuja en términos de radicalismo, dónde están los factores de innovación y cuáles son las prácticas que mantienen o traen de vuelta viejas formas de dominación.

Entender la relación entre sexualidad, reproducción y producción como temas pertenecientes a los niveles material y simbólicos de las relaciones sociales de explotación y de dominio es una demanda analítica traída por la politización de las varias dimensiones del conflicto social revelado por movimientos sociales.

Esto es como decir que la producción y la acumulación de riqueza, la represión y las relaciones de discriminación sexual y el modelo de reproducción no constituyen dimensiones de monopolio de la vida social, sino que por el contrario son elementos constituyentes de una específica vida social. La disociación entre esas áreas y entre esas áreas y la política es un reque-rimiento del sistema de poder capitalista y patriarcal, que fragmentando y disociando esas dimensiones, debilita las estrategias de resistencia.

Las desiguales relaciones de casta, raza y género son reproducidas y mantenidas desde un sistema de poder basado en la creación articulada de esas desigualdades en relación con diferentes áreas arriba mencionadas produciendo, consecuen-temente, una percepción fragmentada de los problemas. Enfrentarse contra ese sistema es, en primer lugar, reconocer las varias formas de desigualdades y discriminaciones y sus nudos.

De acuerdo con Varikas en lo referente al origen contemporáneo del movimiento feminista: «la fuerza de ese movimiento radica principalmente en su insistencia en el carácter estructural de la dominación manifestada en la vida diaria, cuya naturaleza política ha sido negada. No se trata de oponer «mentalidades» a «instituciones» sino, básicamente, de evidenciar que la dominación fue, al mismo tiempo, escondida y reproducida por medio de instituciones poderosas como la familia, la separación sexuada entre lo público y lo privado, la heterosexualidad institu-cionalizada, la división sexuada entre trabajo y empleo, etc».

Desde su inicio, el feminismo considera que el control del cuerpo y la sexualidad es un campo de análisis y de lucha política. Es un legado feminista haber revelado que el sufrimiento ejercido sobre los cuerpos de las mujeres y las diferentes formas de represión sexual que resulta es una concepción de la transformación social más radical y más humana.

La perspectiva de creación de una democracia radical con ciudadanía está directamente conectada a la politización de los conflictos sociales, a una identificación de mecanismos de control de la estructura social, a la reproducción que mantiene y reproduce las desigualdades y las discri-minaciones y a una política estratégica donde la acción colectiva se basa al mismo tiempo en la alianza y capacidad de en-frentar los conflictos y en una traducción de lenguajes y sentidos de cada movi-miento para permitir la inteligibilidad entre los varios cuerpos colectivos y la capacidad de unir luchas y conservar la autonomía. Según Francisco de Oliveira (1998) la construcción de ciudadanía y democracia es un proceso sin fin porque en el momento preciso en que los logros de ambas se confirman, la tarea es expandir los límites ya obtenidos y todo vuelve a empezar. Esta vuelta a empezar, según Oliveira debe buscar la expansión de los ya logrados. Y no deben ser confundidos con «el eterno retorno, incansable y sin esperanza». Sobre esto importa enfatizar que el Estado laico es uno de los logros básicos de la democracia moderna. Desde el punto de vista de las luchas emancipatorias y del contexto mundial actual, este es un objetivo que debe ser recolocado como un valor y considerado como un campo de lucha para la realización de la condición esencial de la vida democrática.

La politización de la reproducción y la sexualidad representa una contribución fundamental del movimiento feminista en este proceso dialéctico de crear nuevos valores para la democracia y la ciudadanía y, al mismo tiempo, pelear por lo que empieza a ser el nuevo paradigma de la libertad individual y de un modelo de vida. Al considerar los derechos reproductivos y la vida sexual como área de ciudadanía, se abre una perspectiva adicional hacia la creación de una sociedad más justa e igualitaria. El sexo y el cuerpo de las mujeres son los blancos principales, donde el mercado del placer y la industria de la trivialización de la vida son los principales enfoques.

Es también en esta área donde el poder represivo de las iglesias coloca toda su influencia en el control de la vida social, como una estrategia de mantenimiento y expansión del poder político. Las feministas trajeron las reflexiones y las acciones políticas en sexualidad y derechos reproductivos, lo que llevó a la creación de un nuevo campo de derechos, los derechos reproductivos y sexuales, que integran hechos que se experimentan como parte de una ciudadanía. Es un asunto fundamental para la demo-cracia, en términos de expansión de relaciones igualitarias, hacia otras áreas de la vida social que, al mismo tiempo, contribuyen a la transformación del verdadero sentido de la equidad.

Construir la ciudadanía para hombres y mujeres necesita de la creación de nuevos símbolos que promuevan un mundo de representación donde la solidaridad y la libertad prevalezcan. Así, es necesario, por un lado combatir la lógica dominante, que aparte de producir la pobreza social y la exclusión simplifica el sentido de la vida y reduce los ciudadanos a consumidores y por otro lado a crear nuevos encantos de igualitarismo que traen un nuevo sentido a la justicia social y animan la lucha democrática a su alrededor.

 

Coordinado por Articulación Feminista Marcosur