(Versão em português abaixo)
Reflexiones de la Confluencia Feminista Hacia el Foro Social Mundial de Economías Transformadoras ante el COVID19
Una economía feminista para un mundo en transformación
En las excepcionales condiciones de confinamiento con que se hace frente a la pandemia del COVID19, nuestras sociedades afrontan cada día los desafíos de cuidar la vida en medio de la emergencia y la incertidumbre, sin perder de vista el futuro inmediato en un mundo que ya no es ni será el mismo, que está en rápida transformación.
En la primera línea de respuesta, las mujeres hemos movilizado trabajos, saberes y propuestas con una lógica del cuidado -que el feminismo asume como eje de las alternativas-, pero afrontando viejas y nuevas desigualdades e injusticias, en muchos casos exacerbadas por la situación. Que no puede haber vida ni economía sin cuidados es la constatación del mundo en estas semanas, como lo es también el grado de desequilibrios del capitalismo neoliberal que nos ha conducido a esta crisis.
En medio de problemáticas y alternativas que se mezclan de modo intenso y contradictorio, se refuerza la urgencia de ir hacia una economía para la vida. Así:
• En la ‘vida de antes’ denunciábamos la matriz de sobre trabajo de las mujeres y de violencia machista que caracterizan este sistema y que hoy se acentúan. El confinamiento en los hogares ha significado una reconcentración en esos espacios, a menudo precarios, de presencias, actividades y tareas tradicionales y nuevas. Los cuidados de siempre ahora deben combinarse con el virtual traslado de la escuela a la casa, con el ‘teletrabajo’, entre otros. Este esquema, que se prolongará con algún matiz en la siguiente etapa de ‘distanciamiento social’, lejos de un avance a verdaderos sistema de cuidados, supone un retroceso en las ya limitadas formas de organización de los cuidados que combinaban recursos, tiempos y espacios, esto es redes familiares y sociales, instituciones prestadoras de servicios, establecimientos educativos –que en unos casos incluían alimentación escolar-.
Junto con esto, se vuelve a poner en el centro de la organización social y económica un modelo de familia nuclear, androcéntrico y heteropatriarcal, que incluye un recrudecimiento de la violencia de género, como muestra la multiplicación de denuncias en muchos países.
Así, al tiempo que se reconoce la importancia y centralidad de los cuidados para la vida y la economía, hay de momento un retroceso en sus condiciones. Cambiar este hecho es una prioridad que se conecta, al mismo tiempo, con una reactivación económica de nuevo tipo.
• En los servicios de salud desde siempre feminizados y en muchos casos precarizados por el ajuste neoliberal y la mercantilización, las mujeres asumen la mayor parte del trabajo de atención a víctimas del COVID19 en jornadas extenuantes, en condiciones de mínima protección, expuestas al contagio y no pocas veces a la muerte. La prioridad de la salud pública universal, que garantice este derecho humano fundamental, va de la mano con superar esas condiciones desiguales de las trabajadoras de la salud, así como con redefinir el perfil privado y mercantil de la industria farmacéutica, que deja sentir su poder corporativo, ajeno a la vida, en medio de la crisis.
• Mientras las cadenas de supermercados y negocios corporativos de alimentos lucran de la situación abasteciendo a los sectores con capacidad de compra, desde las economías campesinas, social y solidaria, comunitaria se han desplegado esfuerzos para llevar hacia toda la población alimentos básicos. Sale a relucir la importancia estratégica de la producción local, de la capacidad de respuesta propia basada en redes socio productivas, en la solidaridad y la complementariedad, que ahora supone formas de presencia distintas en medio de las restricciones de la cuarentena. Es decir, se aprecia el potencial de las experiencias impulsadas por las mujeres en vínculo con la atención a las necesidades básicas de reproducción y cuidado de la vida.
• La pandemia desnuda y acentúa desigualdades, al tiempo que se torna pretexto para una escalada de formas de fascismo gubernamental y social. La vulnerabilidad económica conlleva un brusco deterioro o suspensión de ingresos, altas posibilidades de contagio y mínimas de atención en los casos las trabajadoras precarizadas, de las mujeres migrantes y refugiadas, en situación de cárcel, etc. El despunte de clasismo, racismo y xenofobia han llegado al extremo de culpabilizar a estos sectores por la expansión del virus, y de difundir, de modo directo o velado, la idea de que hay vidas desechables, no viables. Se alientan actitudes sociales de vigilancia, no de solidaridad.
• La cuarentena ha marcado una inflexión en las dinámicas de movilización social contra el neoliberalismo que se vivieron en los meses recientes. En medio de las restricciones de movilidad, nuevas iniciativas van tomando forma en vínculo directo con la atención a las necesidades más apremiantes de alimentación y salud. Las mujeres han activado formas alternativas de expresión, contacto y acción solidaria, no de la escala de comedores populares o similares de otros momentos de crisis, pero que apoyan, por ejemplo, la compra de alimentos agroecológicos de agricultoras, jabón y mascarillas de unidades de economía solidaria, y su distribución hacia sectores desprotegidos.
En el umbral de vida o muerte que ha marcado la pandemia, los elementos para una agenda transformadora están a la vista y crece la conciencia sobre la necesidad de una economía para la vida, no a expensas de la vida.
Aunque esto es evidente, vemos agendas inerciales, que insisten en trasladar recursos públicos y sociales para salvar a ‘los mercados’, a las empresas, reiteran fórmulas de endeudamiento que presionan aún más economías nacionales y familiares ya sobre endeudadas. Vemos también reacciones de otro perfil, que han asumido medidas de protección social, aumentando el acceso a salud y cuidados, asegurando rentas básicas, transferencias monetarias o licencias remuneradas para trabajadoras/es, apoyando especialmente a personal de la salud y cuidados, etc., es decir medidas necesarias pero no suficientes dado el tamaño de los problemas previos.
Desde los entornos económicos y sociales comprometidos con la reproducción de la vida, se refuerza una agenda de cambio de prioridades, de formas de organizar la producción, los intercambios, el consumo. A más del evidente fracaso del capitalismo que se expresa en la pandemia, un acervo de experiencias dan sustento y herramientas a las propuestas transformadoras: nueva arquitectura financiera, justicia fiscal, comercio justo, monedas alternativas, economía social y solidaria, agroecología, soberanía alimentaria, etc.
Ante la prioridad de atender las necesidades básicas de vivienda, educación, ingresos básicos, sanidad, para todas/os, se impone un consenso social en torno al imperativo de gravar a las grandes fortunas e ir hacia formas alternativas de reactivación económica, lo que incluye redefinir los trabajos socialmente necesarios y aquellos trabajos biocidas que tendrán que reconvertirse en un nuevo esquema de trabajo y producción con claves ecofeministas.
Estamos resistiendo colectivamente, no dejamos el espacio público, nos multiplicamos en otros. Estamos diseñando una nueva economía que vamos tejiendo con paciencia y nos llevarán hacia una mejor humanidad.
UNA ECONOMIA PARA LA VIDA, NO A EXPENSAS DE LA VIDA
#LaSostenibilidadDelaVidaEnElCentro #EconomíaparalaVidaNOaExpensasdelaVida
Firman:
Articulación Feminista Marcosur
Consejo de Educación Popular de América Latina, CEAAL
Comissió d’Economies Feministes de la Xarxa d’Economia Solidària de Catalunya (XES)
Dani Sosa Otarola
Manuela Ramos, Perú
Red de Educación Popular entre Mujeres- REPEM
REAS Red de Redes de Economía Alternativa y Solidaria
“Red Mujeres del Mundo – Quartiers du Monde»
Red Ecofeminista
Ciranda, Brasil
Red de feministas del Sur Global DAWN
Red de Mujeres Transformando la Economía, REMTE
Espacio de Géneros de la Red Universitaria de Economía Social y Solidaria RUESS
Sempre Organización Feminista, SOF, Brasil
Union syndicale Solidaires, Francia
Red Sindical Internacional de Solidaridad y de Luchas
Espacio de Géneros del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini
Roberto Brioschi, Italia
Antonella Trocino, Italia
Luigi De Giacomo, Italia
Ugo Mattei, Italia
Comitato Rodotà, Italia
No Tan Distintas, Argentina
SET (Scuola per l’Economia Trasformativa) – Università per la Pace delle Marche, Italia
Coordinadora de la Mujer- Bolivia
Coalizione Civica per Pescara, Italia
Marcella Leoncini, Italia
CISCSA, Córdoba, Argentina
DiEM25 Italia, Italia
Lourdes Poujol, Argentina
Marcella Corsi, Italia
Observatorio del Cambio Rural, Ecuador
Instituto de Estudios Ecuatorianos, Ecuador
Jason Nardi, Solidarius Italia
Centro de Estudios de la Mujer de Honduras – Mesoamericanas en Resistencia por Una Vida Digna Honduras
Mesoamericanas en Resistencia por Una Vida Digna – Chiapas
Ana Felicia Torres – Mesoamericanas en Resistencia por Una Vida Digna Costa Rica – REPEM
Espacio de Encuentro de Mujeres-Mesoamericanas en Resistencia por Una Vida Digna Panamá
María Abril Alvarez, Argentina
Francesca Caprini, Asociacion Yaku – Italia
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Reflexões da Confluência Feminista ao Fórum Social Mundial de Economias Transformadoras frente à Covid19
Uma economía feminista para um mundo em transformação
Nas condições excepcionais do confinamento para fazer frente à pandemia da COVID19, nossas sociedades defrontam-se a cada dia com os desafios de cuidar da vida em meio à emergência e a incerteza, sem perder de vista o futuro imediato em um mundo que já não é, nem será, o mesmo e que está em rápida transformação.
Na primeira linha da resposta, nós mulheres temos mobilizado trabalhos, saberes e propostas com uma lógica de cuidado – que o feminismo assume como eixo das alternativas -, mas confrontando velhas e novas desigualdades e injustiças, em muitos casos exacerbadas pela situação. Que não pode haver vida nem economia sem cuidados é a constatação do mundo nestas semanas, assim como é o grau de desequilíbrios do capitalismo neoliberal que nos conduziu a esta crise.
Entre problemáticas e alternativas que se mesclam de modo intenso e contraditório se reforça a urgência de nos dirigir a uma economia para a vida. Assim:
• Na “vida de antes” denunciávamos a matriz de sobretrabalho das mulheres e da violência machista que caracterizam este sistema e que hoje se acentuam. O confinamento nos domicílios significou uma reconcentração nestes espaços, em geral precários, de presenças, atividades e tarefas tradicionais e novas. Os cuidados de sempre agora devem combinar-se com o translado virtual da escola para a casa, com o teletrabalho, entre outros. Este esquema que se prolongará de alguma forma na próxima etapa do “distanciamento social” , longe de ser um avanço a um verdadeiro sistema de cuidados, supõe um retrocesso nas já limitadas formas de organização dos cuidados que combinavam recursos, tempos e espaços, em redes familiares e sociais, instituições prestadoras de serviços, estabelecimentos educativos – que em alguns casos incluíam alimentação escolar-.
Junto com isto volta-se a colocar no centro da organização social e econômica um modelo de família nuclear, androcêntrico e heteropatriarcal, que inclui um recrudescimento da violência de gênero, como demonstra a multiplicação de denúncias em muitos países.
Portanto, ao mesmo tempo em que se reconhece a importância e a centralidade dos cuidados para a vida e a economia acontece um retrocesso em suas condições. Mudar este fato é uma prioridade que se conecta simultaneamente com uma reativação econômica de novo tipo.
• Nos serviços de saúde desde sempre feminizados e em muitos casos precarizados pelo ajuste neoliberal e a mercantilização, as mulheres assumem a maior parte do trabalho de atenção às vítimas da COVID19 em jornadas extenuantes, em condições de mínima proteção, expostas ao contágio e não poucas vezes à morte. A prioridade da saúde pública e universal, que garanta este direito humano fundamental, caminha junto com superar estas condições desiguais das trabalhadoras da saúde, bem como redefinir o perfil privado e mercantil da indústria farmacêutica, que deixa óbvio seu poder corporativo, alheio à vida, em meio a crise.
• Enquanto cadeias de supermercados e corporações de alimentos lucram com a situação abastecendo setores com capacidade aquisitiva, desde as economias camponesas, social e solidária, comunitária, esforços têm sido realizados para levar a toda população alimentos básicos. Vem à tona a importância estratégica da produção local, da capacidade de resposta própria baseada em redes socioprodutivas, na solidariedade e na complementariedade, que agora supõe formas distintas de presença em meio às restrições da quarentena. Torna-se visível o potencial das experiências impulsionadas pelas mulheres relacionadas à atenção às necessidades básicas de reprodução e cuidado da vida.
• A pandemia desnuda e acentua desigualdades ao mesmo tempo em que se torna pretexto para um aumento de formas de fascismo governamental e social. A vulnerabilidade econômica resulta em uma brusca deterioração ou suspensão dos rendimentos, altas possibilidades de contágio e mínimas de atenção para as trabalhadoras precarizadas, mulheres migrantes e refugiadas, em situação de encarceramento, etc. A ascensão do classismo, racismo e xenofobia, chega ao extremo de culpabilizar estes setores pela expansão do vírus, e de difundir, de forma direta ou velada, a ideia de que há vidas que são descartáveis, não viáveis. São estimuladas atitudes sociais de vigilância, não de solidariedade.
• A quarentena marca uma inflexão nas dinâmicas de mobilização social contra o neoliberalismo que estávamos vivendo nos meses recentes. Em meio às restrições de mobilidade, novas iniciativas vão tomando forma relacionadas diretamente com a atenção às necessidades mais urgentes de alimentação e saúde. As mulheres ativaram formas alternativas de expressão, contato e ação solidária, não na proporção dos restaurantes populares ou similares de outros momentos de crise, mas que apoiam, por exemplo, a compra de alimentos agroecológicos de agricultoras, sabão e máscaras de empreendimentos da economia solidária e sua distribuição aos setores desprotegidos.
No limiar da vida e da morte que marca a pandemia, os elementos para uma agenda transformadora estão visíveis e aumenta a consciência sobre a necessidade de uma economia para a vida, não às custas da vida.
Ainda que isto seja evidente, seguimos vendo agendas inerciais, que insistem em transferir recursos públicos e sociais para salvar os “mercados”, as empresas, que reiteram fórmulas de endividamento pressionam mais ainda as economias nacionais e familiares já bastante endividadas. Vemos também reações de outro perfil que assumiram medidas de proteção social, aumentando o acesso à saúde e cuidados, assegurando rendas básica, transferências monetárias ou licenças remuneradas para trabalhadoras/es, apoiando em especial às pessoas que atuam na saúde e cuidado, etc., ou seja, medidas necessárias mas não suficientes dado o tamanho dos problemas anteriores.
Desde os entornos econômicos e sociais comprometidos com a reprodução da vida, se fortalece uma agenda de mudança de prioridades, de formas de organizar a produção, os intercâmbios, o consumo. Por sobre o evidente fracasso do capitalismo que se expressa na pandemia, um conjunto de experiências dá sustento e ferramentas a propostas transformadoras: nova arquitetura financeira, justiça fiscal, comércio justo, moedas alternativas, economia social e solidária, agroecologia, soberania alimentar, etc.
Frente à prioridade de atender às necessidades básicas de moradia, educação, renda básica, saúde, para todas/os, se impõe um consenso social em torno ao imperativo de taxar as grandes fortunas e direcionar-nos a formas alternativas de reativação econômica, o que inclui definir os trabalhos socialmente necessários e aqueles trabalhos biocidas que terão que reconverter-se em um novo esquema de trabalho e produção com perspectivas ecofeministas.
Estamos resistindo coletivamente, não abandonamos o espaço público, nos multiplicamos em outros espaços. Estamos desenhando uma nova economia que vamos tecendo com paciência e que nos levará a uma humanidade melhor.
UMA ECONOMIA PARA A VIDA, NÃO ÀS CUSTAS DA VIDA
Articulación Feminista Marcosur
Consejo de Educación Popular de América Latina, CEAAL
Comissió d’Economies Feministes de la Xarxa d’Economia Solidària de Catalunya (XES)
Dani Sosa Otarola
Manuela Ramos, Perú
Red de Educación Popular entre Mujeres- REPEM
REAS Red de Redes de Economía Alternativa y Solidaria
“Red Mujeres del Mundo – Quartiers du Monde»
Red Ecofeminista
Ciranda, Brasil
Red de feministas del Sur Global DAWN
Red de Mujeres Transformando la Economía, REMTE
Espacio de Géneros de la Red Universitaria de Economía Social y Solidaria RUESS
Sempre Organización Feminista, SOF, Brasil
Union syndicale Solidaires, Francia
Red Sindical Internacional de Solidaridad y de Luchas
Espacio de Géneros del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini
Roberto Brioschi, Italia
Antonella Trocino, Italia
Luigi De Giacomo, Italia
Ugo Mattei, Italia
Comitato Rodotà, Italia
No Tan Distintas, Argentina
SET (Scuola per l’Economia Trasformativa) – Università per la Pace delle Marche, Italia
Coordinadora de la Mujer- Bolivia
Coalizione Civica per Pescara, Italia
Marcella Leoncini, Italia
CISCSA, Córdoba, Argentina
DiEM25 Italia, Italia
Lourdes Poujol, Argentina
Marcella Corsi, Italia
Observatorio del Cambio Rural, Ecuador
Instituto de Estudios Ecuatorianos, Ecuador
Jason Nardi, Solidarius Italia
Centro de Estudios de la Mujer de Honduras – Mesoamericanas en Resistencia por Una Vida Digna Honduras
Mesoamericanas en Resistencia por Una Vida Digna – Chiapas
Ana Felicia Torres – Mesoamericanas en Resistencia por Una Vida Digna Costa Rica – REPEM
Espacio de Encuentro de Mujeres-Mesoamericanas en Resistencia por Una Vida Digna Panamá
María Abril Alvarez, Argentina
Francesca Caprini, Asociacion Yaku – Italia