En el marco de los 200 años de independencia del Perú, la obra teatral “Bicentenaria” reivindica la rabia de las mujeres y la lucha del movimiento feminista, así como su aporte y su memoria en la historia no contada.
Perú está próximo a celebrar el bicentenario de su independencia, pero no toda la ciudadanía festeja 200 años de libertad. Poblaciones como la indígena, la afroperuana o incluso la de las mujeres siguen peleando por vivir con dignidad y libertad. La lucha constante por el reconocimiento de derechos y la falta de representación de mujeres en la historia oficial son muestra de ello, pero son también una invitación para seguir disputando nuestro lugar.
La obra “Bicentenaria”, producida por el Teatro La Plaza, aporta al trabajo que hacen las feministas en el Perú desde hace años. Con un elenco de más de 200 mujeres en el Parque Próceres de la Independencia, esta obra se presentó el 13 de septiembre para hacer un repaso histórico de las mujeres que han construido el Perú y han colocado los cimientos para la libertad de todas.
Inspirada en Micaela Bastidas, personaje emblemático que dirigió junto a Tupac Amaru II la rebelión contra el imperio español, “Bicentenaria” nos presenta a diversas Micaelas: la original, la india, la mujer zamba y pobre, la nacida en Cusco, la estratega y la revolucionaria. Así como Bastidas ha sido relegada por la historia, nombrada siempre como “la esposa de Tupac Amaru”, muchas otras Micaelas fueron silenciadas y no reconocidas.
La obra nos recuerda los hitos en los que las mujeres han logrado arrebatarle al Estado algunos derechos, como el voto (primero sólo para aquellas casadas y que sabían leer), la educación, el ingreso a las universidades y el reconocimiento de la violencia sexual como un crimen en sí mismo. Estos derechos evocan al legado de feministas y mujeres trascendentales como María Jesús Alvarado, Clorinda Matto, Manuela Sáenz, las movilizaciones de Ni Una Menos y la lucha cotidiana de todas las mujeres contra la discriminación, los estereotipos y la cultura de la violación.
“Bicentenaria”, escrita por Mariana Silva y Claudia Tangoa y dirigida por Marianella Morena, ha retomado un eje fundamental del accionar de las mujeres y los movimientos feministas, ha reivindicado de manera excepcional y sobrecogedora la rabia, su legitimidad y la necesidad de que las mujeres dejen fluir su indignación por las injusticias cometidas hacia ellas y sus hermanas. Todo esto se plasmó en el cántico final de la obra: “Reivindico mi alegría, reivindico mi alegría, exijo devuelvan mi voz”.
Necesitamos más obras teatrales que muestren a la rabia como forma de supervivencia, que no tengan miedo de hablar del feminismo, que visibilicen y denuncien las desigualdades históricas con tanta habilidad y nos envuelvan a todas en el regocijo de saber que juntas estamos tomando nuestras voces desde hace siglos.