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Paraguay: Criminalizar el aborto es violencia contra las mujeres

Las feministas paraguayas denuncian la hipocresía de sectores religiosos que, mientras condenan el aborto, los anticonceptivos y hasta la educación sexual, cometen formas gravísimas de violencia de género.

Compartimos el posicionamiento conjunto de las organizaciones feministas de Paraguay que llevan adelante la Campaña 28 de setiembre por la despenalización del aborto:

La Campaña 28 de Septiembre en Paraguay eleva su voz para demandar la legalización del aborto, su realización de forma segura para las mujeres que deciden abortar y la inclusión de este tema en la agenda pública, política y social del país como un asunto de derechos humanos.

La penalización del aborto solo causa temor, dolor y muerte a las mujeres paraguayas y compromete la salud, la vida y el futuro de las niñas abusadas y embarazadas que no pueden acceder a un aborto legal.

Los abortos realizados en la clandestinidad colocan a diario una carga de miedo en las mujeres que deben realizar este procedimiento sin las condiciones adecuadas y bajo la amenaza de la criminalización, impidiendo que puedan tomar decisiones libres e informadas sobre sus propios cuerpos. Cuando deciden abortar, si no tienen medios económicos, sus vidas corren riesgos con abortos inseguros. Si son niñas, al dolor y la violencia del abuso sufrido deben sumar el mandato de parir que les impone una sociedad cruel a la que no le importa su porvenir.

La penalización del aborto impide además el pleno acceso a la salud, pues pone freno a que las mujeres acudan a servicios de atención ante las posibilidades de ser denunciadas. Durante la pandemia, con todo el sistema de salud volcado a la crisis sanitaria, la posibilidad de acceder incluso a anticonceptivos para prevenir embarazos no deseados y abortos estuvo dificultada.

La penalización del aborto busca controlar los cuerpos y las vidas de las mujeres y es decidida por una mayoría de hombres que ocupan los espacios de decisión y no conocen ni conocerán los factores que inciden en la decisión de las mujeres de abortar.

Esta imposición patriarcal tiene como portavoces a personas hipócritas de la sociedad paraguaya. Mientras impiden a las mujeres decidir sobre sus cuerpos y vidas, algunos son capaces hasta de negar su propia responsabilidad, no asumir su paternidad, frenar la posibilidad de educación sexual integral; sin embargo, permanecen indiferentes ante las agresiones sexuales que viven las mujeres día a día.

La hipocresía se expresa con fuerza en sectores religiosos que, mientras condenan el aborto, los anticonceptivos y hasta la educación sexual, cometen formas gravísimas de violencia de género que propician el aborto. Es lo que pasa, por ejemplo, cuando los jerarcas de la Iglesia Católica minimizan el acoso sexual que sufren jóvenes en parroquias y universidades (caso Alexa, caso Belén). Es lo que sucede con la reciente denuncia de violación de niñas Paĩ Tavyterã por parte de pastores evangélicos.

Las restricciones legales al aborto constituyen una forma de violencia hacia las mujeres, adolescentes y niñas, que se agrava cuando se trata de niñas y mujeres campesinas e indígenas, que se encuentran sin mecanismos de prevención, atención y reparación adecuados ante el abuso y el embarazo consecuente. El Estado solo les ofrece obligarlas a parir y luego dejarlas solas.

La legalización del aborto es un derecho de las mujeres, pues nadie más que ellas pueden decidir sobre sus cuerpos y sus vidas. Cercenar su autonomía para tomar esa decisión es un control inaceptable de una sociedad dominada por el machismo, la falsedad y el fundamentalismo.

Las mujeres necesitamos hablar sobre el derecho al aborto. Nos afecta a todas cuando abortamos, ayudamos a abortar o apoyamos a quienes abortan. Si todas hablamos, la sociedad tendrá que escucharnos.

¡Basta de criminalizar a las mujeres!

¡Basta de obligar a parir a las niñas!

¡Aborto Legal YA!

MI CUERPO, MI VIDA, MI DECISIÓN – CHE RETE, CHE REKOVE, CHE MBA’E

Paraguay, septiembre de 2021