Dos arquitectas crearon un proyecto innovador que propone un modelo de ciudad accesible, inclusiva, justa y diversa.
Las arquitectas Karla Montauti (venezolana) y Elizabeth Vergara (argentina) obtuvieron el primer premio del «Concurso Nacional de Ideas, Espacio Público y Movilidad del Área Central de la Ciudad de Resistencia”, en Argentina. La propuestase llama ECO-Resistencia: Ecológica, Cultural y Organizada y ganó el concurso de manera unánime entre otras veinte propuestas.
La urbanistas, que se conocieron cursando juntas la Maestría de Investigación Proyectual con orientación en Vivienda Colectiva en la Universidad de Buenos Aires, sostienen que la inclusión, la diversidad cultural, la biodiversidad y la sustentabilidad son pilares en sus proyectos, junto con el hecho de que sean factibles y realizables.
“Este proyecto apunta a un urbanismo ecosistémico: realizar una ciudad para todos los seres vivos, colocando la flora y la fauna en un rol protagónico, estableciendo una relación horizontal entre todos los que habitamos el planeta. Trascender esa visión antropocéntrica y hablar de abejas, pájaros, lapachos, peces y jacarandás, como niñas/os, adultas/os mayores, hombres, mujeres, etc.”, explica Karla.
El eje primordial de la propuesta es convertir el área central de la ciudad de Resistencia (Chaco, Argentina) en una ciudad inteligente, joven, creativa, feminista, ecológica e innovadora. ¿De qué manera? A través de múltiples propuestas transformadoras que convergen en la una ciudad verdaderamente sustentable y feminista.
El proyecto prevé la creación de una red modular de 16 Macromanzanas en 196 manzanas, con circulación vehicular periférica y calles con prioridad peatonal en su interior. Estos micro-barrios serán tematizados con actividades dinámicas, culturales, deportivas y recreativas, y existirá una Red de Absorción Ecológica de 640 Microbosques para garantizar eco-drenaje, absorción del Co2, reducción de temperatura y de contaminación acústica, aumento de la biodiversidad y el acceso por habitante al espacio verde.
“Al analizar los planos vimos que la ciudad está asentada en una huella hídrica muy importante, por eso hoy se inunda: le falta drenaje. Pensando en este y otros puntos, proponemos los Microbosques con equipamientos, juegos para la niñez, árboles, espacios de contemplación. Cada microbosque tiene una actividad puntual que tiene que ver con lo cultural y paisajístico, y alberga flora nativa, apuntando a la migración de las especies”, explica Elizabeth.
“Este proyecto trasciende muchísimas costumbres que asumimos como propias, pero que no son más que el reflejo de cómo nos ha condicionado como civilización eso que hemos heredado y que tiene carencias de todo tipo. Es necesario establecer un vínculo de conexión con la esencia del territorio. Por ejemplo, los humedales superpuestos con la trama rígida de la ciudad. Debía existir un emulsionante que es el espacio público, pero no cualquiera sino uno absorbente, que subsanara esos conflictos ambientales por esta superposición arbitraria. La sustitución de elementos muertos, como autos o motos estacionadas todo el día, por otros que van a traer vida dinámica y biológica, llenar las calles de flora y fauna, triplicando la cuota que exige la OMS”, completa Karla.
El proyecto
ECO-Resistencia propone intervenciones en tres escalas: Macro (creación de ejes ecológicos y miradores naturales para reencontrarnos con los Bordes Naturales de la ciudad); Mezzo (implementación de una red de boulevares verdes cada 1 km. para humanizar los recorridos inter-barriales con alamedas de velocidad intermedia y carriles exclusivos de autobuses, que poseen islas verdes centrales mitigadores de emisión de Co2 y ruido); y Micro (generación de macromanzanas dinámicas en el centro y micro-bosques como estrategia conjunta de movilidad, actividades, ambiente, paisaje y equipamiento inclusivo).
Otro aspecto innovador de la propuesta es el Plan Urbano de Eco-movilidad y Bio-sendas como Eco-Transporte, evolucionando de la vieja bicisenda de 2 mts. de ancho hacia las bio-sendas de 3 mts. de ancho para promover las nuevas formas de eco-transporte sobre ruedas. “Comprendimos que había que trascender las bicisendas, que es un concepto un poco en desuso… Entender todos los modelos de ecomovilidad que existen hoy y que no son solo las bicicletas: monopatines, patines, patinetas, etc. De ahí surge la biosenda, que reúne a todos estos sistemas de transporte, que promueve su uso y que reduce el conflicto ambiental de los combustibles fósiles”, puntualiza Karla.
Elizabeth agrega: “Las ciudades actuales son las del modernismo, donde el protagonismo es del automóvil. Decidimos invertir la pirámide y poner como prioridad la peatonalización, humanizar la ciudad con el/la peatón/a en el centro. Buscamos desalentar el uso del automóvil e implementar ejes peatonales relacionados a lo gastronómico que puedan facilitar la pertenencia y la permanencia a través de lo colectivo y la participación”.
Además, con la misión de “llenar de vida las calles”, ECO-Resistencia propone la creación de plazas temáticas, ejes comerciales-gastronómicos, actividades dinámicas y usos mixtos, incentivando acciones innovadoras, tecnológicas, ecológicas y creativas que auspician la activación temática a través de recorridos inteligentes y esquinas polivalentes. “La supermanzana nos permite generar esquinas polivalentes que van cambiando de uso: por la mañana funcionan como canchita de fútbol, por la tarde son plazas para niñez, y por la noche el lugar donde se realiza un concierto, por ejemplo. En cada esquina pasa una cosa diferente y en cada supermanzana se generan encuentros de esquinas, lo que permite generar identidad al barrio”, cuenta Elizatbeth.
El diseño participativo es la clave del equipamiento y la identidad artística del proyecto. También prevé la creación de Info-points tecnológicos, como herramienta de enlace entre el contenido presencial y la explicación virtual.
Feminismo y sustentabilidad
El proyecto toma los aportes del urbanismo feminista y la perspectiva del Derecho de las Mujeres a la Ciudad. El entrecruce feminismo-sustentabilidad es prometedor para el diseño de ciudades más justas e igualitarias. “La sustentabilidad es tal si todas las personas somos parte de un espacio. Un ambiente sano que solo es usado por hombres, deja de ser sustentable y sostenible en el tiempo. Todas/os tenemos que ser parte de un ambiente saludable, seguro, accesible, para ser sustentable, y ahí está el entrecruzamiento con el feminismo. Sustentable es que no expulse a las personas que habitan ese espacio”, explica Elizabeth.
Ana Falú, asesora del proyecto en la temática del urbanismo feminista, cuenta por qué ECO-Resistencia propone una mirada innovadora: “Lo innovador es la mirada feminista que es inherente a la inclusion social, a la ecología, al equilibrio de sostenibilidad y vida urbana. Ejemplo de ello son los temas ejes que incorporan en la propuesta, el espacio público y el sentido que le da su uso, que piensa en nuevos equipamientos y el concepto del cuidado incorporado como servicios y la dimensión cultural”.
Al ser consultada sobre el punto de contacto entre feminismo y sustentabilidad, la experta asegura: “El punto de vinculación entre la propuesta feminista y la de la sustentabilidad es que recoge virtuosamente elaboraciones y propuestas en curso en otros lugares del mundo, como el recuperar las calles para la gente, a veces como lugares de juego o de espectáculos barriales; bajar la sonoridad, bajar la polución, crear más espacios verdes o generar equipamientos, por ejemplo, para las personas mayores”.
La planificación urbana feminista de las infraestructuras públicas puede ser un aporte sustancial para dejar de reproducir la división sexual del trabajo y alivianar el trabajo de cuidados que recae, en su mayoría, en las mujeres. De este modo, el urbanismo feminista puede aportar a la creación de verdaderas herramientas de redistribución, aunque la transformación de fondo requiere de esta y otras medidas. “La sola edificación de servicios, eso que llamamos en la disciplina las infraestructuras urbanas para el cuidado de adultos/as mayores, personas con movilidad reducida o la infancia de 0 a 3 años (que no encuentra lugares de cuidado y amarra a las mujeres en particular, las encierra en sus hogares, quitándoles autonomías) colabora, contribuye, pero no resuelve. La solución y la transformación demandan de múltiples entradas, herramientas y decisiones en lo político y cotidiano”, asegura Falú, y agrega: “Dicho esto, por supuesto, son herramientas de redistribución. Mientras más nos alejamos hacia los bordes de la pobreza, menos lugares de cuidado infantil público encontramos. Hacerlos, generarlos, ofrecerlos, es redistribuir en el territorio para aportar a las autonomías de las mujeres en particular”.
Para concluir, Elizabeth reflexiona sobre la importancia de incluir las voces de las mujeres en el campo de la planificación urbana: “Si no apelás a la participación ciudadana y no mirás a todas las personas que habitan los espacios, es muy complicado. Tiene que haber más inclusión y paridad de género que aborde la planificación urbana, a la par que se visibiliza el trabajo de cuidados que realizan las mujeres. Son espacios históricamente conquistados por hombres, tenemos que incluir a las mujeres en los temas de urbanismo y ambiente”.
ECO-Resistencia
Autoras: Karla Montauti+ Elizabeth Vergara.
Asesoría: Guillermo Tella (Urbanismo y Movilidad), Ana Falu (Urbanismo Feminista), LPyDP Lean Li (Paisaje y Sustentabilidad), Cities4Forests (Ciudades Forestales).
Colaboraciones: Melany Vergés, Carlos Joel Fernández, Lucas Pablo Bertoli.
Visualización 3D: Zapata Films. Pablo Zapata
Argentina, 2021