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Barriendo con la injusticia y la corrupción del Perú

Isabel Cortez es trabajadora de limpieza pública y se enfrenta a diario a un Estado indiferente, a maltratos, agresiones y amenazas. Hoy su lucha se vuelve más compleja por la pandemia del Covid-19. Hoy su lucha se vuelve más fuerte.

Isabel “Chavelita” Cortez dejó su ciudad natal, Oxapampa, a los 15 años. Migró a Lima en búsqueda de mejores condiciones de vida para ella y su familia y, tras años de esfuerzos, logró ocupar un puesto como trabajadora de limpieza pública.

En 2009 se unió al Sindicato Único de Trabajadores Obreros y Obreras de Limpieza Pública (Sitobur), a raíz de los permanentes abusos laborales que recibía por parte de la empresa que la contrataba y de la Municipalidad de Lima. Desde ese momento, Chavelita comenzó una de las luchas más largas de su vida: la lucha por la justicia y el trabajo digno.

La vulneración de los derechos laborales en el país es una constante. Miles de mujeres trabajan bajo condiciones deplorables, sueldos injustos y maltratos por parte de sus empleadores. Muchas de ellas optan por el silencio, ante el miedo de perder sus puestos.

Esta es la realidad a la que se ha tenido que enfrentar por muchos años Isabel, quién decidió levantar la voz y no callar jamás. Hoy lucha contra la tercerización del servicio de limpieza pública, que condena a la incertidumbre y desamparo a miles de trabajadoras que limpian la ciudad de Lima.

Gracias a las protestas que lideró, en 2018 logró que la Corte Suprema del Perú emitiera un fallo que exigía una relación laboral a tiempo completo de las y los trabajadores de limpieza con la Municipalidad de Lima, obligando a esta entidad pública a contratar directamente a todas y todos los trabajadores de limpieza pública (ponerles en la planilla). Hasta la fecha, sin embargo, el Municipio sigue sin acatar la sentencia.

Según el Sitobur, esta sentencia sólo beneficiaría a 300 obreras y obreros de limpieza, dejando fuera a cientos de trabajadores que laboran hace 23 años para la Municipalidad.

Por si fuera poco, el alcalde de Lima, Jorge Muñoz, está convocando a la contratación de un nuevo servicio de limpieza, que no tomaría en cuenta a los obreros del gremio y dejaría sin empleo a más de 500 personas.

“Lima necesita un alcalde que converse con las trabajadoras de limpieza, a punto de ser despedidas por su gestión. Las obreras van a seguir luchando por sus derechos laborales, ganados hace 23 años a pesar de que las fuerzas policiales las repriman sin ninguna causa. Exigen que no se realice el despido masivo de 500 obreras en estos tiempos de pandemia”, expresó Isabel en sus redes sociales.

Abusos policiales

A las injusticias por parte de la administración estatal se suman las agresiones de la Policía Nacional contra cientos de trabajadoras de limpieza. Desde el inicio de la pandemia, Isabel y sus compañeras han salido a las calles a reclamar sus derechos. Aunque sigan las normas de higiene -como el uso de mascarillas y la distancia entre unas y otras- esto no ha evitado la represión y agresión por parte de agentes policiales.

El pasado 10 de agosto, Isabel Cortéz vivió uno de los momentos más amargos de su vida de lucha. Dos sujetos la interceptaron para amenazarla y propinarle un golpe en la cabeza con la parte trasera de un arma de fuego cuando se dirigía a su centro de trabajo.

“Acaban de agredirme con el culatazo de una pistola y amenazar mi vida. Me dijeron: ‘Eso te pasa por estar publicando huevadas’. Estoy yendo a poner la denuncia y pedir garantías para mi vida. Si algo me pasa, responsabilizo a quienes hemos estado incomodando con nuestras denuncias”, informó.

Un claro ejemplo de lo que viven muchas mujeres cuando deciden no seguir callando. La historia nos ha demostrado que, cuando una mujer habla, “incomoda” a estos grupos de poder patriarcales, que ven en nuestras voces una amenaza directa contra este status quo que nos oprime y vulnera a diario.