Desde la Articulación Feminista Marcosur, expresamos nuestra preocupación por la crisis global sanitaria, la cual representa un riesgo para toda la población, llevando a los Estados a tomar medidas que tienen un impacto diferenciado sobre las mujeres y las poblaciones en estado de mayor vulnerabilidad. La actual crisis económica y social pone en evidencia el deshumanizante modelo económico capitalista y patriarcal que predomina en el mundo.
Teniendo en cuenta el impacto de la pandemia en una región profundamente desigual y heterogénea como América Latina, expresamos lo siguiente:
– La propagación y el impacto del Covid19 pone en jaque a los Estados, evidenciando las consecuencias de la falta de atención a la salud, la educación, la justicia y la seguridad ciudadana; además de lo deshumanizante de un sistema económico basado en la acumulación que, en alianza con el patriarcado, contribuye a la profundización de la discriminación por género, clase, edad, raza, condición de salud y origen étnico.
– Todos los Estados deben tomar medidas para frenar la pandemia, anteponiendo a cualquier interés económico el bienestar de las personas. La salud y la protección social son derechos humanos. Estas medidas deben implementarse con enfoque intercultural, para garantizar atención y protección de todas las víctimas de violencia de género, muchas de las cuales se encuentran en riesgo de muerte.
– La violencia de género se exacerba en escenarios de crisis. Las mujeres, las niñas y la población LGTBIQ+ se ven obligadas a convivir más tiempo con sus agresores, lo que incrementa el riesgo de sufrir violencia física, sexual, psicológica y/o económica, en un contexto donde las posibilidades de pedir ayuda o denunciar los hechos está limitada por los mandatos de inmovilidad social. El feminicidio es una realidad que golpea fuertemente a la región y pone en evidencia que uno de los lugares más inseguros para las mujeres son sus casas.
– Las mujeres, aún en escenarios de crisis, siguen aportando a la economía, pues en ellas recaen las labores domésticas y de cuidado, que constituyen el trabajo no remunerado. Ello se traduce en múltiples jornadas de trabajo, agotamiento físico, mental y angustia por la sobrecarga de demandas de cuidado que acarrea el confinamiento. Todo esto se agrava en el contexto de la crisis sanitaria, exigiendo de los Estados medidas que lo tomen en cuenta, de las demás personas de la familia la división de tareas y de la sociedad en general redes de solidaridad y apoyo para sostener la vida cotidiana.
– Por tanto, las medidas orientadas a enfrentar el impacto de la pandemia en la economía deben contemplar estas dimensiones e invitar a una “emergencia” de cambio que reconozca el trabajo no remunerado y redistribuya las tareas de cuidado y del hogar entre mujeres y hombres.
– Recordamos que la agricultura garantiza la alimentación de la población y este es un sector feminizado; adicionalmente son las mujeres las que asumen tareas de solidaridad y sostenimiento de los territorios que habitan.
– En América Latina, gran parte de la población trabaja en el sector informal y este es un sector feminizado; por lo que las medidas de aislamiento tienen impacto directo sobre los medios de subsistencia de las mujeres, exponiéndolas a la pobreza, la precarización y la violencia. Los estados deben implementar medidas económicas para enfrentar esta situación, producto de la desigualdad estructural.
– Las medidas excepcionales deben implementarse en el marco del respeto a los derechos humanos. La militarización de las calles y el abuso de algunos mandos frente a la población, ponen en riesgo las débiles democracias que tenemos y recuerdan escenarios autoritarios que forman parte de la peor historia de nuestra región.
– La crisis y el sufrimiento colectivo dejará aprendizajes, hoy más que nunca la lucha de los movimientos sociales es necesaria. Los Estados deben fortalecer los sistemas públicos de atención, frenando los intentos permanentes de privatización para garantizar los derechos fundamentales.
Esperamos que este escenario sea propicio para transformar nuestras sociedades de manera que reconozcan y frenen definitivamente la violencia contra las mujeres; que comprendan que la casa no puede seguir siendo un lugar inseguro para vivir; y que desafíe a la economía para que reconozca y valore el trabajo no remunerado, redoblando esfuerzos para que se alcance una plena corresponsabilidad entre el Estado, el mercado, las comunidades y las familias y, en especial, entre mujeres y hombres.
Desde la AFM nos sentimos parte de ese entramado de redes que infinidad de organizaciones sociales están desplegando. Junto a ellas, como feministas hacemos un llamado a la solidaridad entre todas las mujeres, a promover los vínculos a nivel de barrios y comunidades, a estar atentas a situaciones de violencia para apoyar la prevención, atención y denuncia, a vigilar la actuación de las autoridades y a demandar con más fuerza el derecho a la salud y a una vida sin discriminación alguna. Que esta crisis global sea la oportunidad de demostrar que un nuevo mundo, MEJOR, es posible.
Pronunciamiento disponible para descargar aquí: Pronunciamiento AFM en el marco de Emergencia Global