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Perú: Ser una mujer negra y lesbiana en un país racista y lgtbifóbico

Mujeres jóvenes como Brenda han decidido enfrentarse al racismo basándose en educación e información. Ellas están luchando en nombre de la memoria y el dolor de sus antecesoras, pero también desde el legado de su sabiduría y su amor. Ellas están luchando para que las niñas y los niños no tengan que “ser más fuertes para soportar el racismo”, sino para que el mundo sea cada vez menos racista, hostil y violento.

Brenda Carpio Martínez nació en Lima, tiene 24 años y es administradora de empresas, carrera que estudió en Francia. Desde hace un año y medio tiene su propio negocio de ropa vintage, “Al Peso”. Aunque tiene las herramientas para un futuro de constante crecimiento, vive en el Perú: un país racista, ultraconservador y discriminatorio, donde ser una mujer como ella, afrodescendiente y lesbiana, significa enfrentar una constante batalla con el mundo exterior.

Brenda está involucrada en el activismo afro hace dos años. Desde el arte, la comunicación y la educación, ha emprendido un camino de activismo antirracista que critica y protesta contra lo que ofende, hiere y violenta. Como en toda postura social que incomoda, sus afirmaciones empezaron a generar anticuerpos en quienes son incapaces de mirarse a sí mismos/as y reconocer que sus palabras y sus actos llevan a la normalización del racismo. Así empezó a ser víctima de ciberacoso: fue bombardeada con insultos en sus redes sociales y su cuenta de Instagram fue eliminada en dos ocasiones debido a los constantes reportes. Además de llenar su fanpage de Facebook con comentarios racistas, misóginos, lesbofóbicos, clasistas y sexistas, los trolls comenzaron a enviarle mensajes privados a su cuenta personal.

Brenda decidió descansar un tiempo de tanta violencia para recuperar fuerzas y regresar. Semanas después, habló desde el dolor y la ira en su blog, La Chola Negra. Recibió el apoyo de activistas afrodescendientes de Perú y del extranjero, así como de personas de diversas etnias y procedencias.

Para conocer más sobre sus motivos para persistir y resistir, le hicimos algunas preguntas:

¿Qué te impulsó a convertirte en activista?

Mi activismo pasa por un entendimiento de identidades. Yo soy una mujer afroperuana visiblemente negra, primero, y después lesbiana. Y digo “visiblemente” porque así se me lee cuando salgo a las calles. El hecho de haber vivido en Francia y regresar a Perú para ser constantemente insultada y burlada en las calles por mi cabello afro y mi color de piel me llevó a querer tomar acción, para que el camino sea más fácil para las niñas afroperuanas.

¿Qué conlleva ser una mujer lesbiana afro en Perú?

Es ser una mujer que tiene muchas puertas cerradas. Yo estudié administración de negocios internacionales en una universidad pública francesa y hablo francés e inglés fluido. Cuando regresé a Perú, pensé que encontraría un buen trabajo fácilmente. No fue así. El único que conseguí fue con un sueldo muy bajo, y entendí que mi esfuerzo, trabajo y dedicación no tienen el mismo valor que el de una persona blanca y heterosexual.

Ser una mujer negra y lesbiana es vivir invisibilizada. Mis derechos no son los mismos a los de una persona heterosexual, mi experiencia de vida en cuanto a discriminación y racismo no es la misma que la de una persona blanca o blanca-mestiza. Incluso en el ámbito sexo-afectivo, hay muchas mujeres lesbianas que aspiran también a tener una pareja blanca-mestiza, que no sea periférica ni pobre. El clasismo también pasa por un fuerte racismo.

Hay mucho trabajo por hacer aún, y creo firmemente que el movimiento LGTBIQ+ debe comenzar a cuestionar sus privilegios y deconstruir su racismo.

¿Qué cambios te gustaría ver en el futuro?

Me gustaría que la educación fuera una prioridad nacional y no un negocio. Solo el 1% de las y los afroperuanos que ingresan a la universidad logran culminarla. Esto se debe a una falta de recursos necesarios para salir de la pobreza. Yo nací pobre y me crié en San Martin de Porres con mi madre y mi hermana menor. Tenemos que esforzarnos el triple para tener alguna oportunidad. Cito a Baldwin: “Todo aquel que ha salido de la pobreza sabe lo extremadamente caro que resulta ser pobre” (1).  La inequidad de oportunidades hace todo muy difícil.

Me gustaría también ver a más niñas y niños afro felices, que no sean arrebatados de su niñez para dedicarse a trabajar desde una temprana edad y convertirse en “adultos” de 12 años.

Me gustaría que mi cabello no sea sinónimo de desorden ni suciedad. Que si a mí me parece hermoso entonces lo es. 

¿Qué es esencial para luchar contra la normalización de la lesbofobia en un país tan machista y racista como el nuestro?

Sé que exponerse es difícil porque la violencia es tremenda en Perú. Pero si como mujeres ya estamos en situación de vulnerabilidad, ser lesbiana tiene que ser visible. Yo soy visiblemente lesbiana, y sí, me violentan en las calles, pero a mí me violentan todo el tiempo, sea visiblemente lesbiana o no, porque soy negra.

Entonces decido vivir fuera del closet para sentirme dueña de mi vida y que los machos fachos se den cuenta que una mujer sí puede amar a otra mujer. Poder vivir fuera del clóset es un privilegio al que no todos/as tenemos acceso, pero si yo tengo ese privilegio lo uso, por otras mujeres lesbianas y negras como yo.

Puedes encontrar el contenido de Brenda en su blog o su Facebook:

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(1) Escritor, ensayista y crítico social estadounidense James Baldwin.