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Perú: las mujeres que barren la corrupción

Trabajadoras de la limpieza pública de Lima demandaron al Municipio por la falta de contrato y derechos laborales. El Poder Judicial falló a su favor y las compañeras del sindicato de SITOBUR se convirtieron en un ejemplo de lucha para el movimiento feminista peruano.

Lo que para muchas personas es el final de una noche de fiesta, para otras es el comienzo de una jornada laboral. Hilda avanza entre las calles vacías empujando un cilindro de fierro gigante con pequeñas ruedas oxidadas que hacen un ruido peculiar. Hace frío, mucho frío, especialmente en invierno, cuando el clima húmedo de la ciudad se vuelve helado y atraviesa la ropa. Un par de hombres demasiado borrachos pasan tambaleándose a su lado, uno se detiene y vomita mientras el otro se burla de él y comienza a orinar en un pequeño árbol sin hojas. Hilda avanza un poco más rápido y sigue recogiendo lo que cientos de personas arrojaron durante el día en la calle. Tiene que terminar de recoger cada botella de plástico que un estudiante arrojó, cada envoltorio de comida que una funcionaria del Estado tiró, cada bolsa de desperdicios que un dueño de restaurante abandonó, cada envase de Tecnopor con residuos de comida que una señora desechó, cada bolsa que contiene lo que ya no nos sirve y no queremos tener cerca. Hilda recoge todo con la ayuda de una escoba de paja y un recogedor de latón, vestida con un uniforme naranja que le cubre casi todo el cuerpo, para no exponerla tanto a la contaminación que significa realizar su trabajo. Han pasado 8 horas e Hilda se dirige a dejar el carrito en el centro de acopio de desechos, cambiarse e ir a casa. Allí la espera otra jornada, la de labores domésticas y de cuidados. Eso que llamamos amor pero que en realidad es trabajo.

Esta es una breve reseña de la jornada laboral de una mujer obrera de la limpieza pública del Municipio de Lima Metropolitana. Expuesta a los peligros de la quinta megaciudad más peligrosa para las mujeres de todo el mundo y en uno de los países con mayor índice de violencia sexual. Mujeres entre los 25 y 55 años salen a las calles para barrer y recoger la basura que diariamente las personas eliminan de manera irresponsable, indiscriminada y desconsiderada en todo Lima.

Desde hace casi 20 años, las y los obreros de limpieza no tienen contratos de trabajo, beneficios laborales, seguro de salud ni se encuentran en la planilla de pagos del Municipio. Hartas y hartos de tanto abuso, discriminación y maltrato, iniciaron una demanda contra la municipalidad del alcalde Luis Castañeda Lossio. A pesar de la orden judicial que ordenaba a la Municipalidad reponer en su trabajo a más de 700 obreros y obreras de limpieza pública, ésta publicaba licitaciones para el trabajo.

Desde entonces, las obreras de limpieza de SITOBUR se convirtieron en el símbolo de la lucha de las mujeres trabajadoras, tomando las calles en cada movilización contra la violencia de género y la corrupción. Plantones en la Fiscalía, el Ministerio de la Mujer, Palacio de Justicia y la misma Municipalidad terminaban con violentas represiones policiales, donde eran embestidas por exigir algo que el Poder Judicial ya les había otorgado: el derecho al trabajo.

Un día antes de la nueva sentencia del Poder Judicial, las trabajadoras del Sindicato de SITOBUR se reunieron en una vigilia que contaba con el apoyo de activistas y organizaciones feministas. Pasaron la noche en las calles, abrigadas por el calor de su lucha y empujadas por la necesidad de seguir trabajando por sus familias. Sin embargo, fueron violentadas una vez más por efectivos policiales, quienes las obligaron a retirarse al otro lado de la calle.

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El miércoles 17 de octubre, el Poder Judicial ratificó el fallo que ordena a la Municipalidad pasar a 709 personas a planilla, con contrato directo y beneficios laborales. La clase trabajadora liderada por mujeres avanza contra la corrupción y la impunidad.  Y las compañeras del sindicato de SITOBUR se han convertido en un ejemplo de constancia y determinación para el movimiento feminista peruano.