La presencia de 71 mujeres mayores de 70 años hizo evidente que el taller no estaba dirigido a nosotras sino a «la vieja» que no queremos ser, como comentó una de las participantes.
Taller “Las Viejas: las otras de las otras”*. 24 de noviembre.
En la Declaración de las Naciones Unidas de 1991 sobre los Derechos humanos de las “personas de edad” se las ubica como “población vulnerable… ya que las Instituciones en términos estructurales e ideológicos aun no se han adaptado a la nueva estructura etaria de la población y siguen funcionando con un imaginario basado en la juventud”.
Por lo tanto, arrancamos con la pregunta: ¿Qué vieja querés ser?
Primero decidimos desmitificar las invocaciones que cada vez aparecen más: personas de edad, tercera edad, adultos mayores, ancianos, entre otras, y quedarnos con el simple término de viejos y viejas, que es lo que somos, sin eufemismos.
Definir cuándo se es vieja es toda una hazaña. La infancia, la juventud, la madurez, se sabe cuándo empiezan. Pero, ¿en qué momento decidimos que somos viejas? Y, sobre todo, ¿de quién acatamos el veredicto?, ¿en qué espejo queremos mirarnos? Porque la cultura ha sido poco benévola con nosotras, desde la Celestina -mala y sucia- hasta la abuelita mansita y maleable a los deseos de sus descendientes. A veces fácilmente expoliada de sus bienes, sean pocos o muchos, pero que le dan un cierto poder. ¿Por qué no hay un imaginario positivo de la vejez? ¿Por qué por ser la última tiene que ser una NO vida?
Está la edad cronológica, los años; la edad fisiológica, la salud; la edad social, marcada por la sociedad; y está la edad subjetiva, aquélla que adoptamos nosotras mismas de acuerdo a nuestras vidas.
La vieja que elijamos tiene que salir de nosotras mismas, hija de nuestras propias vidas, de nuestras elecciones de cuando todavía estamos en “la flor de la edad”.
La vida cronológica se ha alargado en 15 o 20 años, no desperdiciemos ese tiempo de regalo viviendo con vergüenza, con miedos, con palabra santa de médicos, con ausencias, con quejas, con manías, sin identidad. Sin dignidad.
Porque, como dice Jean Franco ,“hasta que no perdamos la vergüenza de sentirnos viejas, no habrá un pensamiento político de la Vejez”.
En el Power Point se sucedían, mientras tanto, figuras de viejas desvergonzadas gozando del sol, del baile, de las risas entre amigas, de audacias locomotrices y de otras osadas como Louise Bourgois junto a su araña -que la triplica en estatura-, de Simone de Beauvoir, maestra, de María Bethania y un desgarrado monólogo en portugués de «Non, je ne regrette rien» (No, no me arrepiento de nada) y, sobre todo, de Chavela Vargas, con quien cantamos a voz en cuello “Que todas las noches sean noches de boda, que todas las lunas sean lunas de miel. Y que nunca te cierren el bar de la esquina…”.
Nos despedimos del taller con una breve referencia a la muerte y el derecho a una dulce eutanasia.
* El Taller fue preparado por Elena Fonseca, Elsa Duhagon y Zulema Revelles, con la participación artística de Margarita Musto sobre el texto de Mercedes Ramírez “Buenos días, osteoporosis” © (Editorial Graffitti), con un tono de humor …negro. Margarita Musto es actriz uruguaya, directora de la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático (EMAD) y, hasta 2016, se desempeñó como directora general y artística de la Comedia Nacional.