Pese a las restricciones impuestas por el gobierno, la represión y el uso de las fuerzas policiales contra la ciudadanía, el 8 de marzo las mujeres salimos a las calles a reclamar por nuestros derechos.
Reproducimos el manifiesto de la Articulación Feminista de Paraguay:
Este 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras, encuentra al Paraguay movilizado, en las calles, en plena pandemia, harto de la inoperancia de este gobierno y su pésima gestión en la pandemia. Nos sumamos a las voces que exigen: el fortalecimiento real del sistema de salud, vacunas, respuesta a la crisis educativa y la corrupción, y un abordaje integral a la otra pandemia, que es la violencia de género. Estamos hartas de este gobierno que no nos representa, estamos activas en las calles, en las redes sociales y en nuestros distintos territorios. Repudiamos la violencia desmedida contra quienes se manifiestan, el uso de balines y de gas lacrimógeno, incluso de un carro hidrante contra niñas, niños, y adultas mayores.
La salida de Nilda Romero del Ministerio de la Mujer, de Eduardo Petta de Educación y Juan Ernesto Villamayor del Gabinete Civil, son triunfos de la ciudadanía movilizada. Exigimos que la nueva Ministra de la Mujer tenga experiencia de trabajo por la igualdad de los derechos de las mujeres, conocimiento sobre políticas de igualdad de género, experiencia de gestión y negociación y capacidad de dialogar con el movimiento de mujeres. No aceptaremos nombramientos que respondan a la interna del partido colorado. El aumento de la violencia exige acciones urgentes y un liderazgo firme.
Nos sumamos a las movilizaciones y exigimos un cambio total en el Poder Ejecutivo. Salimos a las calles a reclamar con la gente que se vayan el presidente Mario Abdo Benítez, su vice Hugo Velázquez y todo su negligente gabinete. Nosotras exigimos que el nuevo gobierno implemente políticas públicas a favor del pueblo, y con perspectiva de género.
Las mujeres en toda nuestra diversidad unimos nuestras voces para gritar nuestra consigna: Vivas, diversas y con derechos. Somos indígenas, campesinas, bañadenses, afroparaguayas, trabajadoras sexuales, mujeres trans, no binarias, lesbianas, bisexuales, pansexuales y de diferentes identidades de género y sexual, somos neurodiversas, nuestras creencias religiosas también son diversas. Venimos a denunciar las violencias que sufrimos por ser mujeres, a exigir nuestros derechos y a reivindicar nuestra lucha.
La Pandemia muestra la crudeza de un sistema de salud postergado, condenando a miles de familias a la angustia y desesperación ante la falta de medicamentos, insumos y camas, para el covid y otras enfermedades. Nuestras polladas ya no alcanzan, aunque pongamos el mayor de los esfuerzos para solidarizarnos con nuestras familias o amistades.
Nosotras denunciamos:
El menosprecio del capitalismo al cuidado en general, a todas las mujeres cuyo trabajo es precarizado. El empleo doméstico, el cuidado de la niñez, la educación, el cuidado de la salud, la gestión de la alimentación, todo el cuidado del hogar recae mayormente sobre las mujeres. El Estado tiene la obligación de generar políticas de cuidado.
Denunciamos la situación de precarización laboral que nos impacta desproporcionadamente. La muerte de Emilia Cardozo, de 21 años, trabajadora del Biggie, es una muestra de las consecuencias de un empresariado que desprecia la vida y el trabajo de las mujeres. Nuestras vidas valen.
Denunciamos que la precarización laboral nos afecta a todas, pero queremos recalcar que las trabajadoras sexuales no podemos seguir en la clandestinidad, porque eso nos expone a mayor vulnerabilidad ante todas las formas de violencia.
Denunciamos que la continuidad del terrorismo de Estado que ejerció la dictadura de Alfredo Stroessner, se observa en la ejecución de dos niñas de 11 años, en manos de las Fuerza de Tarea Conjunta el pasado setiembre en Yby Yaú. La desaparición con vida de “Lichita”, luego de un operativo y tras salir herida por francotiradores de la FTC en noviembre pasado.
Denunciamos el atropello a las comunidades campesinas e indígenas, relacionado también al avance del agronegocio que no da tregua alguna, afectando principalmente a las mujeres campesinas e indígenas y las familias que sufren violentos desalojos por parte del Estado.
Denunciamos la falta de otras formas y oportunidades de empleo para las mujeres trans y travestis, que la única salida laboral no sea sólo el trabajo sexual, somos excluidas, discriminadas y violentadas de los sistemas laborales. Por eso hoy lo que para algunas es una opción, para otras es una imposición, por lo tanto solicitamos que el trabajo sexual sea reconocido para las que optan por él y, para las que quieren otras formas de empleo, se generen oportunidades, formación y capacitación.
Denunciamos el sistema de salud desbordado, las mujeres acampadas en el INERAM haciendo lo imposible por conseguir medicamentos. Reclamamos también nosotras: ¿Dónde están las vacunas?
Denunciamos la estigmatización y revictimización de las sobrevivientes de violencia de género. En especial queremos recordar a Alexa, Belén y a las bomberas, que han reclamado los abusos que sufren, han sido hostigadas y ninguneadas. Queremos recordarles a ellas y a todas las víctimas de acoso sexual, que no están solas.
Denunciamos la manera en la cual se tratan los casos de violencia de género en los medios, tratándolos de “crimen pasional” o dando espacio y voz a los agresores. Es urgente un Protocolo de medios, para el abordaje periodístico desde una perspectiva de género y derechos humanos.
Denunciamos los reiterados casos de violencia y particularmente violencia sexual en las facultades y la invisibilización por parte de docentes, estudiantes y directivos. Denunciamos la impunidad de docentes que violentan sistemáticamente a las estudiantes y la falta de protocolos contra la violencia y la discriminación.
Denunciamos la invisibilización de las mujeres en la academia y en la historia.
Denunciamos la falta de insumos de anticoncepción en el interior del país desde que inició esta pandemia.
Exigimos juntas:
El diseño participativo de las políticas de cuidado, con mirada integral, el ciclo de vida, el enfoque intercultural y de derechos humanos, que incluya a las personas con discapacidad y de manera especial en aquellos hogares en situación de pobreza.
Protocolos de protección contra la violencia de género, en cada institución de carácter religioso, filosófico o voluntario, con especial atención a las niñas, ante cualquier tipo de discriminación o violencia.
Exigimos el reconocimiento a las mujeres que realizan las ollas populares en distintos territorios del país. Día a día trabajan para brindar al menos un plato de comida a las familias de los sectores populares, demuestran su capacidad organizativa, administrativa y solidaria.
Exigimos el fin de la impunidad en los casos de acosos y abusos en la Iglesia Católica y otras. Exigimos que ninguna mujer que sea víctima de discriminación y violencia en las iglesias, tenga que abandonar su país y exiliarse en el extranjero, y que los victimarios sigan gozando de total impunidad.
Exigimos frenar la discriminación en el ámbito laboral para las lesbianas, trans, bisexuales, pansexuales y todas las personas de todas las identidades sexuales y de género. Necesitamos una ley contra toda forma de discriminación, que establezca un mecanismo de denuncia a estos abusos y capacitación en perspectiva de género para el funcionariado público.
Exigimos erradicar las denominadas “terapias correctivas”, que son sesiones de tortura y violación para las lesbianas, trans, bisexuales, pansexuales y personas que no siguen la cis-heteronorma. Exigimos una educación que prevenga la violencia y elimine el machismo, el racismo, la misoginia y el LGTBIodio.
Exigimos el acceso a las visitas íntimas para las lesbianas privadas de libertad, un derecho al que no se accede por falta de voluntad del gobierno (ya que la normativa vigente de 2012 lo permite).
Exigimos una educación pública y laica con perspectiva de género, que valorice el aporte de las mujeres al trabajo productivo y revalorice el trabajo reproductivo, sin imponerlo como único rol de género posible, sin violencia y que reconozca la diversidad de familias. No debe existir injerencias religiosas en las políticas públicas relacionadas a educación sexual, salud sexual y reproductiva, la diversidad sexual y la identidad de género. La educación integral en sexualidad debe estar basada en la ciencia y no en imponer credos.
Exigimos cupo laboral trans y travesti para que tengamos otras opciones laborales y que no estemos forzadas a un solo tipo de empleo.
Exigimos al Estado la protección integral de la mujer, basta de feminicidios y violencia intrafamiliar.
Exigimos igualdad salarial, desprecarización laboral, seguridad social. Exigimos también igualdad de oportunidades para acceder a cargos públicos y políticos en las organizaciones sindicales y políticas.
Exigimos respeto a las leyes laborales sobre lactancia y maternidad, basta de despidos y persecuciones a madres trabajadoras. Exigimos la modificación de la ley de jubilaciones en donde haya, como ya se da en la ley docente, la reducción de la obligatoriedad de años de aporte a un año por hijo.
Exigimos que el derecho a la salud sea accesible, pertinente, a bajo costo y con enfoque de derecho. De manera particular, la concreción real y efectiva de la ley 6007 del 2017, sobre la investigación del uso medicinal del cannabis y la incorporación en los procesos legislativos del Autocultivo como estrategia de garantía y soberanía del uso medicinal de cannabis.
Exigimos el compromiso de todas las listas de intendencia y concejalía con la lucha contra la violencia: albergues, líneas de denuncia, empleos para autonomía económica, activación urgente de las Codeni, para la protección de las niñas, niños y adolescentes.
Reivindicamos juntas:
Reivindicamos las políticas de apoyo al cuidado a todas las personas que lo necesiten.
Reivindicamos el esfuerzo de muchas mujeres que pusieron su fuerza de trabajo para el cuidado comunitario haciendo ollas populares. Las ollas populares garantizaron el derecho a la alimentación de miles de familias en el campo y la ciudad.
Hacemos un llamado a nuestras compañeras a organizarnos, encontrarnos, tejer redes y responder juntas a las violencias históricas que nos afectan. A rechazar las propuestas oportunistas de este gobierno, que no nos representa y no nos garantiza derechos básicos como salud, educación, alimentación y derecho a una vida libre de violencia.
Por todo lo expuesto, decimos fuerte y claro que no queremos solamente cambios de nombres, exigimos cambios de las políticas públicas y por eso nos sumamos al clamor del pueblo, que se vayan todos y que tengamos un nuevo gobierno.
Nosotras seguimos movilizadas en nuestros territorios, tal como lo hacemos hace años y en estos últimos días.
El 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres trabajadoras decimos:
¡BASTA DE ACOSO EN LOS PUESTOS DE TRABAJO!
¡BASTA DE DESPIDOS MASIVOS DE MUJERES!
¡BASTA DE VIOLENCIA!
¡FUERA MARIO ADBO Y VELÁZQUEZ!
VIVAS, DIVERSAS Y CON DERECHOS NOS QUEREMOS